Las Leyes de la Espiritualidad Que Te Dicen Cómo Andar Por La Vida

En nuestro camino, en el recorrido que tenemos por la vida y gracias a estos tiempos acelerados que más bien nos empujan a vivir en medio de una vorágine infinita, es bueno tener una referencia a la cual apegarnos para que nuestro paso en esta tierra sea lo más armonioso posible.

Hay leyes universales y espirituales, que en distintas culturas y épocas, han sido escritas y descubiertas, por llamarlo de algún modo, por esos grandes sabios que decidieron dejar como legado sus experiencias para que otros pudieran hacer un mejor recorrido por la vida.

Y te hablo de varias culturas, de distintas épocas pero increíblemente, de similitudes que existen en estos principios y que fueron hechos por personajes de nuestra historia en épocas en las que no existía el internet para copiar y pegar ideas.

Así que el hecho de que estos líderes espirituales, más o menos, hayan atinado a decir las mismas ideas, en los mismos tiempos, quiere decir para mí, que una verdad trató de expresarse y que estas personas encontraron hace cientos de miles de años, lo que algunos han llamado ideas anticipadas a ese tiempo, pero que yo prefiero calificar como el descubrimiento del equilibrio del ser humano sea cual sea la época en la que le corresponda vivir.

Hoy estaré hablando de estas leyes o principios universales, espirituales o como desees llamarles, que la verdad es que no son algo del otro mundo pero que, cuando aplicamos en nuestra vida, ésta definitivamente no puede sino, mejorar. ¡Comenzamos!

Las Leyes Espirituales y El Kybalión

No sé que tan creyente seas del mundo espiritual y de energías, pero a mí, me encanta ese tema y estoy especialmente feliz de recordarlo, luego de que hace pocos días se mostraran imágenes captadas por el telescopio James Webb, en el que pudimos observar galaxias completas, otros mundos y una parte más de este infinito universo.

Y ese universo, el captado en las tomas y el que nosotros podemos mirar desde nuestros ojos, existe en su totalidad gracias a las energías, esas que se mueven y que hacen que tú y todo tu mundo, también lo hagan.

En ese basto mundo de energías infinitas, el Kybalión representa el entendimiento de los diferentes niveles de realidad a los que está sujeta la existencia humana, que es lo mismo que decirte que con estos principios, que no son una religión ni una doctrina, sino que simplemente están y existen, podemos conducirnos, si queremos, por una existencia más plena.

No son un credo ni tampoco forman parte de mandamientos algunos, sencillamente están para que los seres humanos que puedan de acuerdo a su nivel de conciencia entenderlos, los apliquen a sus vidas, pero nada pasará si decides no hacerlo.

Sin embargo, cuando los aplicas, sí que la vida comienza a verse desde otra perspectiva, una en la que nuestra existencia no es compleja, sino por el contrario, sencilla y armoniosa.

Como ya te dije, estos principios existen desde hace miles de años, pero lo curioso es que en distintas épocas y regiones, algunos humanos los han pensado desde sus propias experiencias y esas enseñanzas han llegado de una manera u otra a nosotros.

Es como si el universo conspirara para que si no te enteras de una forma, te enteras de otra porque lo importante es que tengas la información, así que si el universo ha intentado por todos los medios y lenguajes decirte sus secretos, ¿por qué no saberlos, entenderlos y aplicarlos entonces?

Pues hoy los traigo para que los conozcas y especialmente, para que a través de su aplicación en tu día a día, tu vida mejore significativamente.

El Universo No Se Equivoca

Cuando algo no sale como nosotros queremos o habíamos esperado, pensamos que es un error pero la única equivocación es pensar de ese modo. Nada en este universo sucede por casualidad. De hecho, me encanta pensar que las casualidades no existen.

Nadie llega a ti por error, nada de lo que ha pasado en tu vida sucedió porque hubo un fallo y especialmente, absolutamente ninguna hoja de este mundo se mueve sin que así haya debido ser.

Cuando entiendes esto, eres entonces capaz de comprender que las coincidencias, las casualidades, no son más que la única realidad que podía pasar y por eso, sucedió.

Seguro has escuchado y conocido historias increíbles que te hablan de un evento casual que junto a dos personas, o que hizo que otras coincidieran o se evitaran en algún momento y déjame decirte mi querido lector, que puedes tener la certeza que aunque existieran miles de probabilidades, la que ocurrió fue la única que estaba destinada a materializarse.

Y esto también tiene un lado que me encanta, porque muchas veces, los seres humanos tendemos a pensar de más y a culparnos recordando sucesos del pasado en los que los "hubiera" nos martirizan y nos agotan emocional y mentalmente.

Pues resulta que esas realidades probables que no ocurrieron son eso, escenarios que nunca sucedieron, que no pasaron, que no se materializaron porque sencillamente no era lo que estaba proyectado, así que debes dejar de mortificarte porque no dijiste algo a tiempo, o porque no le diste un empujón a alguien que luego perdió el vuelo o porque no llamaste a esa persona importante que días después murió.

Entiende, lo que pasó, la persona que llegó o la que no lo hizo, forman parte del único plan que era, fue y será realidad, así que deja de mortificar tu cabeza con las realidades probables. Esas nunca ocurrieron.

Lo que sucede, es lo que debe suceder

Hace un tiempo y guiada por una persona a quien respeté mucho, leí un libro llamado Conversaciones con Dios. Lejos de ser un escrito sobre religión y mandamientos, fue más bien una conexión inmediata a muchas de esas ideas que había tenido pero además, una muy sabrosa manera de entender asuntos que tienen que ver con la existencia humana y todo lo que eso conlleva.

Resulta que buena parte de mi vida me había preguntado la razón por la que ese Dios en el que creí desde niña, permitía que sucedieran cosas atroces y que están lejos de la bondad y la gentileza humana.

Entre esos hechos estaban muy especialmente, los atropellos y crímenes sufridos por niños que no debían tener ningún pecado y que siendo inocentes, habían tenido que lidiar con horribles muertes, violaciones y torturas por parte de degenerados que ese mismo Dios, había permitido vivir entre nosotros.

Lo que sucedió fue que con esa lectura, obtuve una respuesta que fue la adecuada para mi espíritu en ese momento: Todo lo que sucede es lo que debía suceder.

En un primer momento, no comprendí. Sin embargo, a medida que leía esas páginas mi cerebro explotaba al percibir algo que no había tomado en cuenta. Nuestras almas, nuestros espíritus, saben exactamente lo que vivirán cuando deciden venir a la tierra y encarnar estos cuerpos que vemos.

Si ellos, los dueños de esas almas que renacieron en cuerpos que fueron violentados y maltratados, eligieron previamente tener esas vidas en esta tierra, ¿Quiénes somos tú y yo para juzgar algo que elevará el nivel de conciencia y la ascensión espiritual de quienes lo eligieron?

Cuando juzgamos lo hacemos desde nuestra óptica humana, la única que conocemos en este plano y nos olvidamos por completo del plan que nuestra alma, a la que no prestamos tanta atención, ya tenía antes de llegar aquí.

Con esto no quiere decir que estoy de acuerdo con asesinos, violadores y esos monstruos que se cruzan en el camino de nuestra humanidad, por el contrario, los condeno. Sin embargo, también soy consciente de que sus almas tienen un propósito, aunque este sea el de mostrarnos los niveles de maldad y pienso entonces, más allá y me repito que sin ellos, esas almas que buscan elevar su nivel, entonces no lo lograrían.

Tal vez sea esta una manera chocante de dar respuesta a mis interrogantes, pero después de mucho estudiar y leer, fue esa teoría leída en esas páginas, la única que me convenció y calmó mi búsqueda incesante del por qué de la maldad en el mundo.

Todo comienza en el momento correcto

No hay un antes ni un después. Todo lo que comienza, sucede justamente en el momento en el que debía iniciar y con esto, refuerzo entonces lo que ya te había dicho antes: nada es una casualidad.

Todos los sucesos que ocurren en nuestra vida, no son más que la construcción de nuestra historia, de nuestro destino, de lo que vinimos a hacer y eso es lo único que debes tener en cuenta.

Te contare una historia rápida sobre mi vida que comenzó justo en el momento de mi nacimiento y que, como piezas de un rompecabezas, se fue armando hasta explicarme con hechos, el por qué que tanto me había preguntado.

Resulta que nací el mismo día en el que mi abuela paterna estaba de cumpleaños y de hecho, es esa la razón de mi nombre, pues mi abuela se llamaba Ana Lucía y en su honor y por la «coincidencia» de haber nacido yo en su cumpleaños, mis padres decidieron nombrarme Luciana.

A todos en mi familia les encantaba el hecho de que mi abuela y yo compartiéramos la fecha natal. A todos, menos a mí. Y es que en los primeros años de vida, no fue mucho de lo que me di cuenta, pero al ir creciendo, las cosas cambiaron.

Mis padres y yo vivíamos en un pueblo a casi dos horas de distancia de la casa de mi abuela, así que el día de mi cumpleaños, nos íbamos muy temprano a su casa a la que poco a poco, todos iban llegando con tortas, flores, regalos y por supuesto, en la noche había una gran celebración con toda la familia incluida.

Sin embargo, cuando tuve conciencia de que todos estaban ahí por mi abuela y no por mí, quería devolverme a mi casa, estar con mis amigos y tener mi propia torta y celebración. Eso casi nunca sucedía porque mis padres siempre querían quedarse en la casa de mi abuela e irse al día siguiente, cuando ya no era mi cumpleaños a celebrar el mío.

De verdad, perdí la cuenta de las velas que apagó mi abuela mientras yo escuchaba a lo lejos la voz de mi madre recordándoles a todos que también yo celebraba. Entonces, se iniciaba una segunda e incómoda canción de cumpleaños.

Realmente, detestaba tener que compartir el único día especial de mi vida con mi abuela. Detestaba que mis padres me hicieran sentir culpable por querer tener mi propia celebración y especialmente, detesté perderme las fiestas de cumpleaños sorpresa que preparaban mis amigos para mí.

Así pasaron los años y con mi primer embarazo, la historia iba a repetirse. Resulta que mi doctora me dijo que la fecha estimada de la cesárea de mi hija comenzaba dos días antes de mi cumpleaños, así que para ella fue una idea perfecta proponerme que mi hijita naciera justamente ese día.

De inmediato dije que no. No quería que mi hija viviera la misma historia que yo y que al crecer, tuviera remordimientos de no estar conmigo si quería celebrar con sus amigos. Dije no mil veces pero la doctora y mi madre, tenían otros planes.

Cuando ya la fecha estuvo cerca, llamé a mi doctora para que preparara todo y que me hiciera la cesárea dos días antes de mi fecha natal, pero ella me dijo que sería imposible porque los quirofanos estarían ocupados en la fecha que yo escogí.

Me puse furiosa y fui a la clínica, me hice los exámenes pre operatorios y al día siguiente, en la fecha que yo escogí, me fui de madrugada a la clínica y llamé al dueño de esta.

Le expliqué que me parecía un abuso que la doctora quisiera atender el nacimiento de mi hija cuando ella lo había previsto y no cuando yo, que era la madre y quien pagaba las cuentas, lo decidía. Amenacé con irme a pagar a otra clínica.

Llamaron a la doctora y me hizo la cesárea a regañadientes, no antes de llamarme terca y testaruda por mi elección de fecha. Todo salió bien, o al menos eso fue lo que creí hasta 8 días después del nacimiento de mi hija cuando el pediatra que asistió la operación me dijo que la niña nació sin signos vitales y que fue gracias a una enfermera que la reanimó por 25 minutos, que logró volver a la vida. Lloré al saber eso.

Si hubiese esperado los dos días que había proyectado la doctora, mi hija habría muerto en el vientre. Si no hubiese vivido la experiencia de nacer el día del cumpleaños de mi abuela, probablemente me habría parecido una buena idea compartir mi natalicio con mi hija y la hubiese perdido.

Ese día entendí el gran rompecabezas que es la vida y la razón por la que debí nacer el día en el que nací y no antes o después, como tantas veces lo había deseado.

Lo que termina, termina

En ocasiones, nos vemos a nosotros mismos sumidos en relaciones bien sean laborales o sentimentales, o de cualquier otra índole, que ya no nos aportan nada a nuestra vida.

Querer estirar el tiempo en una situación o al lado de alguien, no son más que las ganas que tenemos de controlar todo lo que ocurre en nuestra vida pero debemos evitar quedarnos donde ya no hay nada que buscar.

Y es que en ocasiones, mucho antes de que una relación, sea del índole que sea, termine, ya nosotros lo percibimos pero queremos aferrarnos a ella como si fuera una tabla de salvación en medio de un naufragio.

Con esto, muchas veces nos perdemos el respeto y es que estar donde ya hay un final tácito, es una absoluta pérdida de tiempo.

Hace un tiempo veía a una amiga que había terminado su relación, buscar excusas para tener contacto con su ex. Recuerdo que para hablarle o ir a su casa, decía que había dejado alguna cosa, o que debía buscar cualquier otra.

Para mí, no eran más que pretextos para verlo, aún y cuando él le había dicho de mil formas distintas que no quería verla más, que ya la relación estaba terminada y que los meses seguían pasando y ella no dejaba de llamarle por una u otra causa.

Un día, en el que él le hizo un desaire cuando ella trató de entrar a su apartamento por décimo quinta vez en una semana con la excusa de buscar unos discos, le dije algo que ella nunca olvida y siempre me recuerda: Lo que se quedó, se quedó. Cómprate otro y aprovecha y te compras un poquito de amor propio.

Sé que fue duro para ella en ese momento pero fue la única manera que encontré de hacerla reaccionar. Yo veía que solo alargaba su agonía, su tristeza y su esperanza de que él quisiera tenerla otra vez en su vida en lugar de entender que ya la relación se había acabado.

Así que desde entonces entendí que lo que termina, simplemente termina y no hay nada que puedas hacer para que sea diferente. De hecho, en mi vida personal soy muy determinada en estos temas y una vez que decido terminar una relación, sea del tipo que sea, ya no regreso.

Y no soy de piedra, pero tampoco de algodón, así que se trata de reconocer dónde estás bien y dónde, definitivamente, no lo estás y una vez que así sea debes salir de ahí, despedirte y no regresar.

Todo lo que ha terminado, así debía de ser.


Pasamos buena parte de nuestra vida, complicándonos por situaciones que podríamos resolver si sólo tomáramos en cuenta estos principios que nos dicen de una manera muy sencilla qué es lo que debemos hacer.

No se trata de vivir la vida de acuerdo a patrones de otros, sino de adaptar estas enseñanzas a tu existencia para de esa manera, hacer más sencilla tu estadía, tus decisiones y en definitiva, tu paso por este mundo terrenal.

Por supuesto que hay muchos más principios, pero si analizas desde un punto de vista práctico, con estos cuatro y si además, ya conoces los principios del Kybalion, créeme que tus ideas serán más claras y las resoluciones a tus problemas, más inmediatas.

Así que piénsalo, el mundo no está hecho para que sufras sino para que pases por encima de ese sufrimiento y seas un ganador.

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