Samadhi: La conexión real con la energía suprema
A través de las distintas doctrinas, religiones, pensamientos y filosofías, el ser humano ha tratado de encontrar la verdad acerca de su naturaleza y ha experimentado sus verdades a través de distintas máscaras que como persona, debe usar para identificarse con el entorno en el que se desarrolla.
El mundo ajetreado en el que vivimos actualmente, no es diferente en búsqueda espiritual al que ya existía hace épocas que ni siquiera podemos pronunciar de tan antiguas que son.
La complejidad de la mente, del ego, del corre corre diario y de la personificación de la vanidad, ha hecho que muchos de nosotros vivamos como máquinas experimentando cada día la vida de película que no fue la que nos planteamos si es que alguna vez nos planteamos una.
El Samadhi no es más que la conciencia plena de nosotros mismos conectados con el universo, como eso, seres espirituales que se han desligado de la ilusión del Yo y que han entendido que el mundo material no es su verdadera naturaleza.
El Samadhi es la paz interior aún dentro de la guerra externa. Es un estado mental que se conecta al físico aunque éste no tenga importancia en ese primer plano.
Resulta que es algo así como el Nirvana ejemplificado por Buda, es una conciencia superior que está libre y que se describe tantas veces como religiones y doctrinas existenciales hay.
Hoy te hablaré un poco de este estado de conciencia que es como el premio mayor de la lotería de quienes practican la meditación o el yoga o de aquellos que buscan su propia naturaleza, habiéndose despegado de todas las creencias que en la mente se han acumulado en sus generaciones pasadas y que muchos aún siguen creyendo ciertas. Comenzamos.
Sama ¿Qué?
Samadhi es una antigua palabra en Sánscrito que se refiere a algo que no se puede transmitir o que no puede existir a través de la mente. Es un estado de conciencia y espiritualidad en el que las experiencias de nuestros sentidos así como el mundo material del que nos rodeamos, dejan de tener importancia.
Este estado se logra a través de la meditación o de la práctica del Yoga y es el último y anhelado nivel que desean alcanzar todos los que dentro de estas doctrinas, prácticas y religiones hacen vida.
El Samadhi es un nivel de iluminación en el que ningún tipo de existencia condicionada tiene lugar y ocurre cuando la percepción del “yo” se disuelve para formar parte de una unidad absoluta con el universo.
Quienes hablan del Samadhi como la graduación en la evolución de la conciencia del ser humano, hablan de lo que significa la Ilusión de Yo o Maya, como también se le conoce. Explican que en la actualidad, el ser humano no solo ha olvidado esta evolución sino que también se le ha olvidado todo lo que ya olvidó.
El Samadhi es el final de la inspiración que tuviste cuando quisiste descubrir tu verdadera naturaleza
Para explicarte mejor todo este asunto del Samadhi, te diré entonces que la mayoría de los seres humanos estamos tan ensimismados viviendo nuestro día a día, que no tenemos la más mínima idea de quienes somos, por qué estamos aquí o hacia dónde nos dirigimos y esto ocurre porque no hemos descubierto nuestro verdadero ser, el alma o eso a lo que Buda llamó Annata.
Como resultado de esto, creemos que nuestra existencia se resume a los cuerpos limitados en los que habitamos y entonces, tememos el momento en el que éstos lleguen a su fin, por supuesto, con la muerte.
Vivimos en un mundo condicionado con técnicas o prácticas que construyen el ego en sus distintos niveles y áreas, de las que por supuesto, no escapan las religiones, doctrinas, dogmas y prácticas espirituales, cuyos precursores son algo así como lo explicado en la parábola del elefante: Cada uno busca su propia verdad de un mismo hecho, y en este caso, de un mismo universo.
Si no conoces la historia del elefante, te la resumo rápidamente. Cinco personas invidentes tocaron a un elefante por primera vez. Quien lo tocó en su torso, dijo que era como un gran muro, mientras que quien lo acarició en una de sus orejas aseguró que era como un abanico. El tercer hombre, posó sus manos sobre uno de los colmillos y dijo que el animal era como una lanza; el numero cuatro tocó una de sus patas y dijo que todos mentían pues para él el elefante era como un gran árbol y por último, quien sintió su cola, aseguró que el paquidermo era como una fina cuerda.
Como ves, todos tenían razón y ninguno de ellos mentía pero, como los demás no vieron o sintieron lo que los otros sí, no hubo acuerdos entre ellos y los cinco hombres no volvieron a hablarse.
Algo así sucede con las prácticas religiosas y espirituales. Todas tienen su razón pero aunque la búsqueda espiritual y la actividad por medio de la cual se acercan a ella, no es el problema, todas siguen pensando que han encontrado la respuesta en alguna forma externa, fomentando así la continuación de la construcción del ego.
Comprender Samadhi es aprender a morir antes de morir
La espiritualidad más simple no es diferente al pensamiento patológico presente en todo y en todos. Más bien es una especie de agitación de más que se produce en la mente cuando estamos más concentrados en crear quehaceres humanos que en ser seres humanos.
Y es que en nuestra búsqueda constante, no terminamos de entender que nuestro ego no es complacible, por lo que no solo construimos nuestro mundo en función de él, sino que siempre tendremos que estar trabajando en mantenerlo y continuarlo, pues eternamente hay un deseo de alcanzar algo más. Samadhi no se trata de alcanzar o agregar algo a ti mismo.
Reconoce el rebaño y sal de él
La construcción del ego también es el impulso de repetir. Algo así como tomar el camino que la energía ya conoció y que seguirá tomando una y otra vez sin importar si es positivo o negativo para su existencia.
¿Recuerdas la película The Matrix? Bueno, te cuento que hay infinitos niveles de la memoria o de la mente. Algo así como espirales dentro de los espirales y cuando tu conciencia se identifica con esta memoria, te ata al condicionamiento social, o lo que se podría llamar La Matrix y aunque hay aspectos de los que somos conscientes, realmente es el inconsciente con todo lo que tenemos ahí registrado, incluyendo nuestros temores y juicios, los que dirigen toda esa máquina.
Y es que tenemos un sinfín de patrones desde los cuales nos aferramos al placer y por supuesto, a toda costa queremos evitar el dolor, así que nuestra vida laboral, sentimental, espiritual, así como las creencias y pensamientos que tenemos y en general, toda nuestra vida, es prácticamente la misma que la de un rebaño de ovejas que viven y mueren alimentando con sus vidas y con sus energías, esa matrix.
Los seres humanos vivimos encerrados en patrones estrechos y en su gran mayoría, llenos de sufrimiento, porque no somos capaces de entender que podemos ser libres y olvidar la vida que hemos heredado de nuestros antepasados para vivir la que está esperando salir a través de nuestro mundo interior al que muy poco conocemos.
Nacemos siendo libres y sin saber de ego, pero a medida que crecemos, ponemos una máscara involuntaria y sospechosamente invisible sobre nuestra conciencia.
Todo el mundo es un escenario y todos los hombres y mujeres, meros actores.
Williams Shakespeare
La conciencia en cada uno de nosotros se expone a través de la personalidad, y esa, aunque no lo sepas, es tu máscara. Cuando logras el despertar a través de tu espíritu, no te identificas con ella, rechazas tu personaje, tu disfraz, pero no renuncias a jugar tu papel. Samadhi es despertar del sueño del papel que interpretas en la vida.
Las cárceles de la humanidad
Hace más de 2400 años, Platón escribió su obra titulada La República y en la actualidad, los seres humanos parecen estar buscando aún la salida de la caverna que este autor planteó como una cárcel sin barrotes.
Es posible entonces que la humanidad esté más atrapada que nunca en el mundo de las ilusiones.
En la obra de Platón, se describe a un grupo de personas cuya existencia total pasó mientras vivieron encadenados en una cueva cuya única vista al exterior, se originaba en una pared blanca que proyectaba las sombras de todo lo que pasaba enfrente del fuego que ellos tenían detrás.
Este espectáculo fue convertido por estos infelices en su mundo, pues era lo más cercano a la realidad que percibieron nunca, incluso después de ser informados sobre la existencia del mundo exterior.
La humanidad de hoy es como la gente que solo ha visto las sombras en la pared de la cueva. Las sombras son similares a nuestros pensamientos que es el único mundo que conocemos. Sin embargo, hay otro universo más allá de ese y la pregunta es si estás dispuesto a dejar tu cueva y todo lo que has conocido, por descubrirlo.
Para experimentar Samadhi es necesario desviar la atención de las sombras hacia la luz. Cuando solo hemos visto oscuridad y sombras en nuestro entorno, debemos acostumbrarnos poco a poco a esa luz para así aclimatarnos a los nuevos modelos que con tiempo, esfuerzo y voluntad nos permitan explorar lo nuevo y soltar lo viejo.
La mente puede llegar a ser una trampa o una prisión para la conciencia, pero la verdad es que no estás en una prisión; tú eres la prisión y esto sucede cuando estás identificado con tu Yo Ilusorio.
Samadhi es el despertar del sueño de la construcción del ego que no es más que esa cárcel a la que llamas Yo. Si no despiertas, no podrás ser realmente libre porque a dónde vayas, tu prisión te acompañará.
El despertar es cuando experimentas el juego de la vida con mayor plenitud, disfrutando del espectáculo como es, desligándote absolutamente de tus miedos y deseos. La conciencia es un continuo en el que en un extremo te identificas con el Yo Material y en el otro extremo está Samadhi, el fin de tu Yo.
Cada paso que damos en el continuo hacia Samadhi, trae menos sufrimiento pero esto no significa que la vida esté libre de dolor sino que hay menos proceso mental, menos resistencia a lo que sucede y por ende, como la resistencia es lo que genera el sufrimiento, habrá menos de él en nuestra vida.
En su mayoría, los seres humanos experimentan y pierden Samadhi innumerables veces en la meditación antes de ser capaces de integrarlo en todas las facetas de su vida.
Y es que mirando desde un punto de vista que se acerque más a nuestra experiencia humana, es usual tener percepciones profundas sobre tu propia naturaleza durante la meditación, para posteriormente encontrarte una vez más cayendo en los patrones antiguos y olvidando la verdad sobre quién eres.
Para llevar la quietud o vacío a cada aspecto de tu existencia, debes convertirte en ese vacío y entender que la quietud no se separa del movimiento. En Samadhi se reconoce a la quietud como idéntica al movimiento y a la forma como idéntica al vacío y aunque esto no tiene lógica para la mente, es ahí dónde está el surgimiento de la dualidad.
Pienso y luego, existo: Los desvaríos de la existencia
Sísifo fue un condenado de los Dioses de la Mitología Griega cuyo castigo fue repetir una tarea sin sentido día tras día por toda la eternidad. Su castigo consistía en empujar sin cesar una roca hasta una montaña y una vez que estaba ahí, dejarla rodar hacia abajo de nuevo para volver a comenzar a subirla.
Albert Camus, ganador de un Premio Nobel, vio la situación de Sísifo como metáfora de la humanidad y explicó que los humanos trabajamos interminablemente para un mañana que nunca llega, y entonces, sin darnos cuenta, llegamos al final de la vida y morimos.
Si realmente nos damos cuenta de esta verdad entonces sucederá una de dos situaciones: nos volveremos locos al identificarnos con nuestras personas hechas de ego o, despertaremos y seremos libres de ella.
Por su parte, René Descartes, el padre de la Filosofía Occidental, es famoso por el dicho: Pienso, luego existo, el cual es una frase que representa con total claridad el retroceso de la civilización y su identificación absoluta con aquellas sombras en la pared de la cueva.
Y es que el error de Descartes, al igual que el de casi todos las personas que tu y yo conocemos, fue la equivalencia del ser con el pensar. En su obra más famosa, Descartes escribió que casi todo puede ser puesto en duda, incluso los sentidos y los pensamientos, mientras que Buda, en el Kalama Sutra, explicó que para determinar la verdad, uno debe dudar de todas las tradiciones, enseñanzas y de la totalidad del contenido de la mente y los sentidos.
Aunque ambos iniciaron su búsqueda con escepticismo, la diferencia entre los dos fue que Descartes dejó de buscar en el nivel del pensamiento mientras que Buda penetró más allá de los niveles profundos de la mente. Tal vez si Descartes hubiera ido más allá de su ser pensante, habría descubierto su verdadera naturaleza y los niveles de conciencia de este tema en occidente serían distintos hoy en día.
En lugar de eso, Descartes describió la posible existencia de un demonio que podría mantener a toda la humanidad bajo un velo de ilusión. Él no reconoció a ese demonio por lo que era.
Tal cual sucedió en la película Matrix, todos podríamos estar conectados a un programa elaborado alimentándonos mientras soñamos con un mundo que no existe. En la película, los seres humanos viven sus vidas en la matrix, mientras que en un nivel superior, son vistos como las baterías que con su fuerza dan vida a máquinas que utilizan su energía para sus propios planes.
Los seres humanos tienden a buscar culpables por todo lo que sucede dentro de las realidades que viven, incluyendo su propia infelicidad. Irónicamente, el demonio que Descartes se imaginaba era una definición de él mismo.
Cuando encuentras Samadhi, en efecto, sabes que existe un controlador, una máquina y un demonio maligno succionando tu vida día tras día: tú.
Si algo debes conocer y reconocer es que estás compuesto de pequeños Tú que te ordenan qué hacer. Son como pequeños tiranos dando órdenes y poniendo deseos en tu mente: uno quiere comida, otro dinero, otro sexo, otro estatus, otro poder y así van por todas las experiencias de posición, intimidad, conciencia, atención y en fin, todos los deseos que puede tener un ser humano y que tal vez, no lleguen a satisfacerse nunca.
Entonces, en resumidas cuentas, pasamos una buena cantidad de tiempo en nuestra vida usando nuestra energía para poner bonitas nuestras prisiones, cediendo ante las las presiones para mejorar nuestras máscaras y de esa manera, inconscientemente, hacemos más poderosos a esos pequeños tiranos a quienes mientras más tratamos de satisfacer, más esclavos nos hacen.
El camino hacia la libertad no es la satisfacción del Yo, sino la completa caída de sus planes
Algunas personas temen que despertar su naturaleza real significará perder su esencia y el disfrute de la vida tal y como la conocen, cuando la verdad es que la individualidad del alma solo puede expresarse cuando superamos el Yo.
Si permanecemos dormidos, nunca descubriremos lo que nuestra alma quiere expresar, por lo que el camino hacia el Samadhi indica meditación para observar lo que cambia de tu ser y así mostrar tu verdadera naturaleza que es precisamente, la que no cambia a pesar de las circunstancias y realidades que vivas.
Y es que debes entender que si tu mente trata de cambiar solo el mundo exterior para ajustarlo a lo que piensas que debes ser, es como si trataras de cambiar la imagen de un espejo mediante la manipulación de su reflejo. Para hacer que la imagen de un espejo te sonría, obviamente no puedes manipular el reflejo, tienes que darte cuenta de que eres la fuente auténtica de ese reflejo.
Una vez que te das cuenta de tu ser auténtico, entenderás que nada en el exterior debe o necesita ser cambiado. Lo que cambia es el consciente que se libera de los patrones y se vuelve disponible para ser dirigido por el alma.
Solo puedes tomar conciencia del propósito de tu alma, cuando eres capaz de ver tu Yo y dejar ir las búsquedas por encontrarlo
En el Zen hay un dicho que dice: «Antes de la iluminación cortar leña, acarrear agua. Después de la iluminación, cortar leña, acarrear agua». Esto te hará ver que las circunstancias no cambian como sí lo hace lo que está dentro de ti durante ese proceso.
El que es capaz de alcanzar la paz interior, independiente de las circunstancias, ha alcanzado verdadero Samadhi.
Y ¿Cuál es el beneficio?
Cuando aceptamos la realidad tal y como es, no significa que dejemos de tomar acción en el mundo, o que nos convertiremos en observadores pacifistas de todo lo que ocurre en él, sino que somos libres de actuar sin ser impulsados por motivos inconscientes, entonces podremos reaccionar en consonancia con nuestra fuerza y nuestra energía interior.
La guerra y la paz surgen juntas en una danza interminable. Son un continuo. Una mitad no puede existir sin la otra, así como la luz no puede existir sin la oscuridad, ni arriba puede existir sin abajo.
Si hacemos un poco de memoria, encontraremos historia reciente en la que se argumenta la guerra para alcanzar la paz con el fin de cambiar el mundo. Sin embargo, no necesitamos pelear con más fuerza contra los enemigos porque pelear por la paz es como gritar para encontrar el silencio.
En la actualidad, hay guerras en contra de todo: terrorismo, enfermedad, contra el hambre y cada una de esas guerras, es un duelo con nosotros mismos porque estas peleas son parte de un engaño colectivo.
Vivimos engañándonos continuamente porque sentimos que de esa manera seremos mejores personas y seres humanos, cuando la verdad es que empeoramos nuestra condición cuando no nos sinceramos desde nuestra alma.
Nos mentimos cuando decimos que queremos la paz pero elegimos continuamente líderes que promueven y participan en las guerras. Nos engañamos asegurando que estamos a favor de los Derechos Humanos pero seguimos comprando productos fabricados en talleres de explotación. Soñamos con respirar aire limpio pero contaminamos nuestro entorno de distintas maneras. Deseamos que la ciencia nos cure del cáncer pero no cambiamos nuestros hábitos destructivos que hacen que seamos propensos a enfermedades. Nos engañamos promoviendo una vida mejor y no queremos ver nuestras partes ocultas que están tolerando el sufrimiento y la muerte como algo normal.
La creencia de que podemos ganar una guerra contra el cáncer, el hambre, el terror o cualquier enemigo que fue creado por nuestro propio pensamiento y comportamiento, en realidad nos permite continuar diciéndonos mentiras de que no tenemos que cambiar la forma en que operamos en este planeta.
El mundo interior es donde se debe realizar la revolución en primer lugar. Solo cuando podamos sentir directamente la espiral de la vida dentro de la voluntad, el mundo exterior entrará en alineación con nuestra conciencia. Hasta entonces, todo lo que pensamos, hacemos y sentimos se sumará al caos ya creado por la mente.
¿Yoga o Meditación?
Desde la perspectiva del ego, Samadhi está apuntando directamente hacia el abismo y empieza con un salto a lo desconocido. En antiguas tradiciones de religiones y filosofías, se decía que para entrar Samadhi se debía alejar la conciencia de todos los objetos y fenómenos externos, pensamientos condicionados y sensaciones de la conciencia misma.
Si uno quiere estar seguro del camino que pisa, uno debe cerrar los ojos y caminar en la oscuridad
San Juan de la Cruz
Después de experimentar el Samadhi, cuando el Yo vuelve a la actividad hay un no saber, un renacimiento, y todo se vuelve nuevo para el alma. Sin embargo, quienes lo experimentan cuando se dan cuenta de que en el centro del universo habita un gran espíritu y que éste a su vez está en todas partes y dentro de cada uno, entienden que la experiencia no se trata de más nada que de la unión de lo que somos con el universo.
Nuestros chakras son nuestros lentes de percepción ante el mundo y cuando nos elevamos, es decir, cuando activamos los chakras superiores nos desapegamos del mundo terrenal y podemos experimentar el Samadhi.
Existen muchas técnicas de concentración para alcanzar la meditación plena y avanzar hasta llegar un estado de Samadhi, la mayoría de ellas se concentran en el Yoga y en la meditación que se usa para alcanzar el punto más alto de la conciencia.
Durante un estado de meditación óptimo para el Samadhi, se desarrolla una visión intuitiva muy poderosa y muchísimo más sagaz y fiable que la que tenemos cuando estamos condicionados por la dupla mente/ego. Se trata de una intuición mística que cambia la psique y te permite superar trabas como la ofuscación, la avaricia, el odio y el miedo.
Quien alcanza el Samadhi acaricia también su ser más puro más allá de su personaje o su máscara creada a través de la personalidad, entonces se desprende de lo material, del apego, para poder permanecer en su esencia.
Un ser humano que experimente Samadhi por primera vez, se transformará para siempre pues encontrará una libertad total que va más allá de todo aquello que pueda describirse con palabras y a partir d ese momento, tendrá la necesidad constante de encontrar situaciones y condiciones en las que el Samadhi pueda manifestarse.
Dependiendo del poder de la mente y la profundidad de la experiencia de Samadhi, un practicante puede necesitar años para alcanzar la concentración y la meditación para lograr situarse en el estado de conciencia idóneo.
Y es que no todos somos capaces de transitar el largo camino que conduce a la libertad del ser y al reconocimiento de tu esencia real, pues hay que tener una disciplina muy estricta que requiere de un verdadero compromiso y una dedicación constante.
Básicamente, el estado de conciencia que alcanzas con el Samadhi es algo comparable con tener tu mente vacía de todo pensamiento y sentimiento, lo cual es un hecho que alcanzas con un estado de relajación total que puede ser alcanzado no sólo desde la meditación profunda sino también, desde la concentración absoluta incluso en tu respiración.
Esta es una experiencia que bien vale la pena y está al alcance de quienes realmente desean experimentar niveles sorprendentes de conciencia y espiritualidad, recorriendo un camino fascinante en el que nos desprenderemos de todo eso que al fin y al cabo, no nos pertenece por naturaleza y que nos aleja de lo basto y maravilloso que nuestro espíritu es capaz de comprender.
A propósito de este tema, te dejo un artículo que se le relaciona y que quizás te guste y que habla sobre Desdoblamiento del Tiempo: ¿Qué es y cómo practicarlo? – Astroencuentro
Excelente artículo, sin ningún desperdicio…
Muchas gracias por compartirlo.
Abrazo de Luz.
Namasté.
Víctor, muchísimas gracias por tomarte el tiempo de leerlo y además, hacerme saber tu opinión con respecto a él. Recibido tu abrazo de luz y enviado de vuelta con mucha luz también. Es bueno leerte.
Namasté
Víctor, gracias por incluir nuestros artículos en tu blog. Qué bueno. Agredecidos desde Astroencuentro