Que la ansiedad no te gane: ¿Qué hacer cuándo no se qué hacer?
Todos en algún momento de nuestras vidas, pasamos por situaciones y momentos que nos provocan pensamientos de ansiedad, de cansancio mental y especialmente, de incertidumbre.
Sean cuales sean las razones, es muy chocante, o al menos eso es lo que pienso yo, que algunos de quienes te rodean te digan frases positivas que no solo no quieres escuchar sino que además, sientes huecas, vacías y te dejan más con una sensación de que no estás poniendo de tu parte para salir de ese momentazo que llegó a instalarse un rato en tus días.
Sí, ya te dije, todos hemos pasado por altibajos, pero en esos momentos, lo que menos quieres es saberlo y por supuesto, darías todo lo que tienes para no sentirte abatido, pero, siendo muy sinceros, no tienes idea de cómo parar.
Y es que se ha vuelto costumbre que al ser humano se le quiera vender que todo el tiempo debe estar feliz, agradecido, sonriente y simpático con el mundo que le rodea y resulta que no, no somos así.
Los seres humanos, aunque seamos positivos o vivamos en agradecimiento, también tenemos otros sentimientos que deben ser drenados, exhibidos y controlados y que en muchos casos y dependiendo del momento, me gusta llamar, los formadores del carácter.
Hoy estaré hablando de este tema que todos hemos experimentado al menos una vez en la vida y que aunque nos lleve a perder, no nos hace unos perdedores, ¡Comenzamos!
Está bien no siempre estar bien
Absolutamente todos los seres humanos pasamos por momentos en los que hasta el reflejo del espejo nos saca la lengua y nos hace morisquetas y esto es algo que debes tener muy en cuenta porque, en los últimos tiempos, se ha tratado de vender la idea de que quien no esté bien es porque no quiere estarlo.
Claro está que somos responsables de cada decisión que tomamos y de cada impulso que tenemos, pero, equivocarnos también es de humanos y creer que somos seres perfectos que pierden su divinidad por un error, es bastante exagerado.
La cosa es que muchos tendemos a martirizarnos e inmolarnos porque en determinado momento alguna de nuestras decisiones nos llevó a un destino antónimo al que esperábamos ver materializado.
Siempre le recomiendo a las personas y especialmente, trato de recordármelo a mí misma, olvidar por completo los futuros probables porque éstos no existieron y lo que pasó en determinado momento, era justamente lo que debía pasar.
Estos futuros probables, como los llamo, son esas opciones que tuvimos pero que no tomamos y que luego y con resultados inesperados, se vuelven una tortura en nuestra mente y lejos de darnos alguna ventaja para salir de nuestra ansiedad o estado depresivo, empeoran esta sensación.
Te lo explico de mejor manera con un ejemplo. Cuando el esposo de mi amiga resultó muerto en un atraco, ella estaba embarazada ya casi a término. Él la acompañaba en una consulta al ginecólogo cuando una llamada lo alertó de una situación en su trabajo y decidió salir a resolver. En el trayecto fue atracado y los ladrones le dispararon. Pocos días faltaban para el nacimiento de su primogénito pero ahora él no estaba.
Había una cruda realidad que era además de trágica, innegable pero como si ya no fuera suficiente, acompañé a mi amiga mientras vivía esos futuros probables con los que cada minuto se martirizaba.
«Si le hubiese dicho que no fuera», «Le tenía que haber dicho que se quedara conmigo en la consulta», «Él me iba a llevar a la ciudad ese día y yo le dije que no porque estaría cansada después de que me viera el médico» y así, otro montón de probabilidades que nunca ocurrieron y con las que ella, de una manera bastante enfermiza, trataba de culparse de un evento que además de trágico, era imposible de predecir.
Pasaron varios días y continuó bastante mal, hasta que un día, dejé la paciencia a un lado y sin mucho tacto le dije: «Pero eso no pasó».
Entonces ella me miró con sorpresa y reconoció que realmente, nada de eso con lo que se martirizaba pensando en otra realidad inexistente, había pasado por lo que no había nada qué hacer pero especialmente, no había nada que pudiera cambiar la realidad que le había tocado asumir.
Su vida no mejoró después de eso. El sentimiento de perder al padre de su hijo, al hombre que amaba y a su compañero de aventuras, obviamente no es poco y es una situación que no se supera de la noche a la mañana.
De hecho, creo que no se supera del todo, nunca, pero al menos, dejó de torturarse con algo que sólo estaba en su cabeza y que con cada pensamiento se convertía en una agonía.
Pero pasa que aunque todo se escuche bonito, hay momentos en los que realmente, no queremos sino flagelarnos por el hecho de habernos equivocado y de todo lo que podemos pensar o hacer, eso si que está mal.
Permitir que nuestro ego nos castigue tan duramente es no dar paso a la sabiduría para que se ponga en juego y nos adelante en la materia que mejor debemos llevar: la experiencia terrenal.
Todo tiene su momento
Es bueno que entiendas que no siempre las cosas saldrán como quieres o planificaste, así que mientras más pronto te aprendas esa lección, mejor te irá en la vida.
En los momentos de ansiedad, en los que no sabes qué hacer o cómo reaccionar ante una situación o adversidad, una de las cosas que más me ayudan en lo personal, es repetirme constantemente que todo pasa, que todo es momentáneo.
También me hace bien recordar situaciones similares a las que estoy viviendo y que además, ya he superado, porque eso me hace relajarme y darme cuenta de que otras veces ya he podido y esta vez no será diferente.
De igual manera, trato de no pensar en el futuro que no sé cual será aunque ciertamente, esto no significa sentarme a esperar que las respuestas caigan del cielo, pero tampoco, enloquecer buscando soluciones desde el desespero y la ansiedad.
Aunque suene repetitivo, te recomiendo no aislarte aunque sea lo que te provoque. Realizar algún ejercicio físico y mental cuando comiences a experimentar los síntomas de la ansiedad, te hará vaciar tu mente por un rato y dejar el pensamiento en blanco para que puedas tomar decisiones con mejor actitud.
Ojo, no soy médico y desde mis artículos jamás pondría en duda que quienes presentan episodios fuertes de ansiedad o depresión, deben buscar ayuda profesional que es lo más recomendable, pero como soy humana y también he vivido estas experiencias, te cuento sobre mis métodos.
A veces, el pensamiento está muy distante de la realidad que estamos viviendo y ese es uno de los momentos más difíciles porque no entendemos cómo hacer para despegarlo de esos mundos que recorre y que frecuentemente están relacionados con el miedo y la angustia.
No sé cuales sean tus motivos de ansiedad pero sí sé que todos ellos nacen de una situación real, que tal vez es muy pequeña y que en tu mente alcanza dimensiones estratosfericas y que te hacen visualizar los peores escenarios.
Cuando sientas estos momentos de ansiedad, piensa en cuál es la realidad y qué es exactamente lo peor que puede pasar. Céntrate en las soluciones, en los caminos, en las respuestas en lugar de imaginar futuros probables en los que el caos toma el control de la situación.
Acepta lo que ocurre
Cuando aceptamos la realidad que vivimos, de un momento a otro, ésta deja de ser ese monstruo con el que batallamos.
Recuerdo el caso de una buena amiga que atravesaba una separación pero no quería que nadie se enterara que quien hasta ese momento era su esposo, le había confesado que se iría de casa a vivir con su amante.
Como siempre vivió una vida de apariencia con un hogar destruido pero que para el mundo externo era perfecto, su peor temor no era siquiera el inminente divorcio que se le venía encima sino el qué diría la gente que le rodeaba.
Estaba negada a que todos se enteraran y eso le provocaba unas tremendas crisis de ansiedad porque aceptarlo era entonces, según ella, declararle a su tonta sociedad que había fracasado en la formación de su hogar.
No era su culpa pero ella lo veía de esa manera, y no fue hasta que empezó a decirle a todos que estaba en proceso de divorcio que su ansiedad comenzó a bajar.
Como te digo, aceptar las circunstancias que te hacen ser blanco de ataques de ansiedad, es de lo mejor que puedes hacer para dar ese paso inmediato hacia tu sanación.
Vivimos en una época en la que curiosamente, tendríamos que tener menos motivos que nunca para sentir ansiedad, pues aquellos tiempos de cavernas en los que el hombre debía luchar contra animales para conseguir sus alimentos, o ser nómadas en distintas tierras buscando condiciones de vida, ya no existen.
Sin embargo, paradojicamente, en la actualidad los seres humanos evidencian muchos más episodios de ansiedad que en aquellas épocas paleolíticas.
Lo bueno es que entendiendo el problema, tal vez, tú que me lees puedas frenarlo sin necesidad de hacer tanto o gastar dinero en consultas médicas.
Y es que no es la primera vez que comento que soy medio reacia a los tratamientos médicos y una de las cosas que más aversión me causa es precisamente todas las recetas y drogas que se le indican a alguien con problemas de ansiedad.
La ansiedad es miedo a no controlar alguna situación y según mi punto de vista, no requiere de más nada sino de precisamente, controlar los pensamientos y los sentimientos que estos te causan.
Cuando sientas que te está ganando la batalla, pregúntate cuál es la razón de tu miedo y enfrentala cara a cara. Hay casos que solo se controlan con el conocimiento de la causa y una vez que se identifica, la persona puede relajarse.
Escapa del positivismo tóxico
En la actualidad existen cientos de publicaciones que te dicen que la solución de todos los aspectos de tu vida, la tienes tú y que con solo pensar positivo, la realidad cambiará y aunque soy de las que prefiere ver el lado bueno de las cosas, no estoy de acuerdo con esto.
Todos tenemos derecho a sentir, a expresar, a vivir las emociones y los pensamientos que tenemos con libertad, sin ser juzgados como pesimistas o negacionistas porque no pasemos las 24 horas del día sonrientes y felices.
Cada una de las emociones que tenemos, ciertamente es motivada por un pensamiento y de allí nace esa frase que dice que lo que pensamos atraemos y aunque de cierta manera eso es cierto, entonces ¿Debemos culparnos porque las cosas salen mal a pesar de que estábamos felices disfrutando de lo bueno? ¿No lo hicimos bien? ¿Acaso no fuimos lo suficientemente positivos?
La vida tiene altos y bajos y cada una de las situaciones por las que pasamos, me gusta pensar que están ahí para hacernos más sensibles, más seguros, menos dependientes, entre tantas otras correcciones que podemos obtener de los momentos que vivimos.
Obviamente, eres el creador de tus realidades, pero no de todas. Hay situaciones que no alcanzas a controlar y que tienen que ver con los ambientes en los que te desarrollas. No vivimos en un mundo inventado por nosotros. Existen leyes, políticas, religiones, grupos y todo un mundo de normas que nos rodean y a los cuales amoldamos nuestra vida.
Es muy fácil para alguien que no está pasando por una situación de ansiedad, creer que solo con pensamiento positivo las cosas cambiarán, y no, no es así. Lo primero que debes saber es que aunque ciertamente estás en capacidad de reaccionar, el ser humano tiene capacidades distintas y no todos damos una respuesta igual ante una situación.
Lo que sí puedo decirte es que el poder de controlar tus pensamientos sí está dentro de ti y eres tú y nadie más que tú, el único ser humano en el planeta capaz de domarlo.
Finalmente, no saldrás vivo
Hace poco le dije esta frase a un querido amigo y me dijo exagerada pero, luego sonrió y calmó una crisis de ansiedad por la que estaba pasando debido a las finanzas, que en muchos casos, quebrantan al más pintado.
Cualquier cosa que hagas, buena o mala, está para que aprendas de ella y aunque te esfuerces o aunque pongas todo tu empeño en una situación, el resultado solo va a satisfacerte a ti si en realidad estás conectado con lo que haces, pero es que además de eso, sea lo que sea que hagas, todos algún día vamos a morir.
Claro que cada uno en su momento, pero la vida está hecha para que la disfrutes o al menos, para que no pases por ella con un sufrimiento eterno y mucho menos si éste proviene de tu mente debido a situaciones que ni siquiera han pasado.
Recuerda que las crisis de ansiedad se desencadenan con facilidad cuando estamos presionados por algún factor externo y si miras al pasado te darás cuenta de lo pequeño que fue el motivo que originó alguna de las que has tenido.
No saber qué hacer en algún momento, está bien. No te presiones de más. Al contrario, mientras más relajado estés, con mayor facilidad verás soluciones tan sencillas que no creerás que siempre estuvieron ahí y las dejaste pasar.
Sincerarte contigo mismo y poner claras cuales son las razones por las que estás de ese modo, te hará bien y terminarás dándote cuenta que a veces, los seres humanos nos ahogamos en un vaso de agua por querer controlar situaciones que escapan de nuestra acción y que muchas otras de ellas, se superan mejor con un poco de organización y asertividad.
Así que mi recomendación final es que recuerdes siempre ese mantra que adoro y que reza que «Todo Pasa». Ya verás que pronto, las cosas mejoran porque así como hay momentos malos, los buenos también forman parte de nuestras vidas.
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