en qué consiste la inteligencia emocional

¿Qué es la Inteligencia Emocional y cómo desarrollarla?

La inteligencia suele entenderse como la capacidad que tenemos los seres humanos para solucionar problemas. Por ende, tendemos a relacionarla con la habilidad para resolver problemas de matemática o tener buenas calificaciones en la escuela. Sin embargo, las ciencias del comportamiento han demostrado que hay diferentes tipos de inteligencia. En este caso, te explicaremos qué es la inteligencia emocional y cómo desarrollarla.

Aunque la sociedad suele restar importancia al aspecto emocional de la vida humana, este es fundamental. Las emociones conforman la base de todas nuestras motivaciones. Por lo tanto, entender nuestros sentimientos y los de otro es una capacidad útil en una gran cantidad de situaciones. Allí, entra la inteligencia emocional que empieza a ser valorada cada vez más.

Por suerte, la inteligencia emocional es una habilidad que todas las personas podemos potenciar. Todo lo que necesitamos es introducir algunos hábitos en nuestra vida cotidiana. De esta manera, iremos aumentando nuestra capacidad para manejar los sentimientos y comprenderlos.

¿Qué es la inteligencia emocional?

La inteligencia emocional es un constructo psicológico que se refiere a la capacidad de comprender y regular las emociones. Esto aplica tanto como para los propios sentimientos, como para los de otros. Además, nos permite usar la información de nuestras emociones para tomar decisiones que nos favorezcan o a los demás.

El concepto se hizo popular a partir de la década de los 90 cuando Daniel Goleman publicó su obra “Inteligencia Emocional”. A partir de ese momento, el término comenzó a volverse todo un tema dentro de la cultura popular. Hoy en día, es un modelo de inteligencia aceptado por la mayoría de los psicólogos, psiquiatras y psicoterapeutas.

Pero, en realidad, no se trata de una invención de Goleman; otros autores en el pasado habían hecho alusiones a esta capacidad. Por ejemplo, en 1920, Edward Thorndike habla de la “inteligencia social” que nos permitiría comprender a otros y generar motivación. De igual modo, en 1940, Wechsler habló de que la inteligencia estaba compuesta por otros factores que no eran intelectuales.

Otro autor destacado en este campo, fue Howard Gardner, quien publicó su teoría de las inteligencias múltiples. Allí incluyó los conceptos de inteligencia intrapersonal (la capacidad de comprenderse uno mismo) e inteligencia interpersonal (poder comprender a otros).

Como puedes ver, múltiples figuras a lo largo de la historia han hecho su aporte para entender qué es la Inteligencia Emocional y cómo desarrollarla. Ahora bien, puede parecer complicado desarrollar una habilidad como la IE. No obstante, la ciencia ha demostrado que puede ser algo sencillo si nos comprometemos con ello.

¿Cómo se desarrolla la Inteligencia Emocional?

Continuando con lo anterior, la inteligencia emocional es una capacidad que podemos entrenar o potenciar. Al igual que muchas otras capacidades cognitivas, su desarrollo depende del grado de estimulación que le demos. Para ilustrarlo mejor, imaginemos a un niño que todavía no ha aprendido a hablar.

Si colocamos a ese niño en un ambiente donde nadie le habla ni escucha a otros conversar, será incapaz de adoptar el lenguaje. En el mejor de los casos, adoptará un estilo de comunicación bastante rudimentario, similar al de los animales. Contrario a esto, si el niño habita un lugar donde se le habla y se le motiva a conversar, lo obtendrá con facilidad.

Lo mismo sucede con la IE. Cuando crecemos en entornos donde las emociones no son estimuladas del modo apropiado, las desconocemos. Pero, si los sentimientos reciben el espacio y tiempo que necesitan, aprendemos de ello.

Entonces, ya podemos comprender mejor qué es la inteligencia emocional y cómo desarrollarla. Todo lo que debemos hacer es estimular nuestra capacidad para distinguir sentimientos. Esto lo podemos lograr a través de diferentes prácticas cotidianas que veremos a continuación.

Desarrolla más consciencia de tus sensaciones corporales

Algo que debemos entender acerca de las emociones, es que son un proceso psicológico y fisiológico. Es decir que, cuando aparece un sentimiento, en nuestro organismo ocurren una serie de reacciones. Por ejemplo, cuando algo nos avergüenza, nuestro rostro se enrojece por la acción de la sangre. De esta manera, una estrategia para tener mayor inteligencia emocional, es hacernos conscientes de nuestro cuerpo.

Intenta tomar algunos minutos del día para trabajar en el grado de atención que pones a tus sensaciones corporales. Cuando sientas alguna emoción, intenta concentrarte en las cosas que suceden con tu cuerpo. Recuerda que no todas las personas experimentan los sentimientos del mismo modo. Quizá, al molestarte, tiendes a apretar tus puños, pero tu amigo no lo hace.

Por ende, si quieres entender tus sentimientos, las reacciones físicas son un factor clave. Puedes hacer esto por cuenta tratando de evocar alguna emoción y observando cómo se comporta tu cuerpo. Intenta pensar en una situación que te causó mucha tristeza y enfócate. De ser posible, haz anotaciones en un cuaderno. Poco a poco, verás cómo distingues cada una de las emociones.

Entiende los motivos detrás de tus acciones

La Terapia Focalizada en Emociones de Leslie Greenberg, establece que las emociones son la base de la motivación. Por ejemplo, pensemos en la alegría, un sentimiento placentero. Cuando algo nos produce alegría, buscamos repetir ese comportamiento por el placer que produce. En otras palabras, la alegría nos motiva a hacer eso que nos genera bienestar.

De esta forma, es posible afirmar que cada una de nuestras acciones tiene una emoción detrás que la motiva. En consecuencia, otro modo de entender las emociones es analizando nuestras propias acciones y lo que nos motiva. Te darás cuenta de lo que te hace feliz, lo que te molesta, te entristece, etc. No solo verás tus emociones con más claridad, sino que te conocerás mejor.

Una buena idea para llevarlo a cabo, es escribiendo un diario donde hables sobre las cosas que te suceden. Cuando escribas relatos sobre algo particular, presta atención a los sentimientos que se asocian con tu comportamiento.

No solo hay tristeza, alegría o enfado

Las emociones componen un abanico con cientos de posibilidades. Pero, la mayoría de nosotros, solo consideramos la existencia de emociones básicas como el miedo, tristeza, ira o asco. Sin embargo, debemos saber que hay todo un mundo más allá de estos sentimientos. La decepción, melancolía o el estupor son algunos ejemplos de otros matices emocionales.

Por lo tanto, es importante ampliar nuestro vocabulario emocional para poder describir nuestro sentir con precisión. A veces, lo que piensas que puede ser simple enojo, es en realidad frustración, impotencia, etc.

Distingue entre emociones primarias y emociones secundarias

Siguiendo con la teoría de Greenberg, se dice que hay emociones primarias y secundarias. Las primarias surgen como la reacción principal ante algún estímulo. Por ejemplo, si alguien nos empuja, sentimos ira. Mientras tanto, las secundarias se desencadenan después de las primeras y se relacionan más con nuestro sistema de creencias.

Un aspecto clave de qué es la inteligencia emocional y cómo desarrollarla, es que las emociones secundarias pueden encubrir a las primarias. Esto sucede con frecuencia con la tristeza, la cual muchas veces solemos disfrazar como rabia.

Para entenderlo mejor, pensemos en un niño que espera que su padre lo lleve de paseo en su cumpleaños. Sin embargo, por motivos de trabajo, el padre falta a su promesa.

Es probable que, al llegar a casa, se encuentre con que el niño está molesto. Pero, debajo de esa aparente ira, lo que se oculta en realidad es una profunda tristeza. Este niño se siente herido y triste porque piensa que su padre lo abandonó en ese día especial. Pero, por alguna u otra razón, aprendió que la ira es una reacción más aceptable y aparece este sentimiento.

De esta forma, es fundamental que aprendamos a diferenciar entre las emociones primarias y secundarias. Solo así entenderemos bien nuestras respuestas a las situaciones y no haremos interpretaciones erróneas de lo que sentimos.

Apóyate en alguien que te conozca

Cuando se trata de nosotros mismos, la verdad es que podemos llegar a ser bastante ignorantes. La manera en que nos autopercibimos no siempre coincide con la percepción que otros tienen de nosotros. Eso no quiere decir que no te conozcas, pero hay aspectos donde te haría bien tener un “espejo” para verte mejor.

Por tal motivo, es buena idea contar con la ayuda de una persona que te conozca muy bien. Hazle preguntas acerca de tu forma de ser, tus reacciones emocionales y cómo las regulas. Es muy probable que escuches al otro mencionar cosas que tu jamás había notado antes. Y eso ocurre por el hecho de que son comportamientos naturalizados, así que no les das importancia.

Evita juzgar las emociones como buenas o malas

Un gran problema que existe en la sociedad es la tendencia de catalogar los sentimientos como “buenos” o “malas”. Por lo general, se dice que las emociones “positivas” son la alegría y el amor. Por su parte, solemos catalogar como sentimientos “negativos” a la tristeza, ira, decepción, etc. El conflicto viene porque establecemos un mal juicio de las emociones y caemos en el positivismo tóxico.

El positivismo tóxico no son más que estas tendencias que nos invitan a “deshacernos” de las emociones negativas y cultivar las positivas. Si bien procurarnos sentimientos agradables es una parte importante del bienestar, no logramos nada desterrando a la ira o tristeza. Así como la alegría y el amor, son reacciones naturales de los seres humanos y es necesario procesarlas.

Cada uno de nuestros sentimientos, nos agrade o no, es valioso y nos ayuda a conocernos mejor. Por lo tanto, debemos permitirnos sentir, sin juzgar como bueno o malo. Solo deja que tus emociones fluyan y así irán perdiendo su fuerza a medida que aprendes de ella. Si intentas enterrarlas, se irán volviendo más intensas y te harán enfermar.

Practica la empatía

La empatía es la capacidad de comprender las emociones de otra persona. Suele usarse la analogía de “ponernos en los zapatos del otro” para hacer referencia a la empatía. Esto es algo esencial dentro de qué es la inteligencia emocional y cómo desarrollarla. Volvernos más conscientes de las reacciones emocionales de otros es ideal para aumentar la IE.

Como te dijimos antes, no todos vivenciamos las emociones de la misma manera. Si prestamos atención a cómo las experimentan otros, entonces ampliaremos todavía más nuestro abanico de sentimientos. Sumado a esto, hará que nuestras relaciones con los demás sean más abiertas, honestas y cercanas.

Cuando somos empáticos, las personas sienten que los escuchamos y pueden confiar en nosotros.

Siguiendo esta línea, es una capacidad útil al momento de resolver conflictos interpersonales. Quizá hiciste algo y tu amigo se molestó, pero tú piensas que su reacción es tonta. Sin embargo, cuando lo analizas desde la empatía, te das cuenta de cómo eso lo afecto. Así, es más fácil llegar a una resolución para la discusión y restaurar la armonía.

Desarrolla habilidades asertivas

La asertividad es la habilidad para expresar nuestras emociones, ideas y necesidades de modo respetuoso. Una persona asertiva puede decir que algo le molesta sin ser grosero con los demás, pero tampoco permitiendo que lo pisoteen. Dicho de otra forma, hace valer sus derechos como persona sin tener que vulnerar los de otros.

Para ser más asertivos, debemos empezar a colocar límites a las personas a nuestro alrededor. Esto viene de la mano con el autoconocimiento, necesitamos saber qué nos agrada y que no. Una vez que lo descubramos, será más sencillo saber cuando poner un alto a los demás. Cuando llegue ese momento, es necesario ser diplomáticos a la vez que nos expresamos con claridad.

Por ejemplo, si una persona te coloca un apodo que no te agrada, puede ser molesto escucharlo todos los días. Si decides ignorar ese sentimiento, es posible que un día explotes y la situación sea aun peor. En cambio, si te acercas a esta persona de manera respetuosa y le haces saber que no te gusta el apodo, podría ser diferente. Quizá el otro ni siquiera se había planteado que te molestaba el apodo.

Considera la atención profesional

La gente suele tener la creencia de que ir al psicólogo es algo que solo hacen quienes tienen conflictos emocionales. No obstante, la realidad es que la psicoterapia es una herramienta útil para desarrollar habilidades y crecer. Un psicólogo o psicoterapeuta está capacitado para ayudarte a descubrir tus sentimientos con técnicas especializadas.

Ahora que ya entiendes qué es la inteligencia emocional y cómo desarrollarla, intenta convertirla en un hábito cotidiano. En lugar de verla como un proyecto a largo plazo, piensa en ello como una habilidad necesaria para la vida. Así, será más sencillo educarnos al respecto y potenciarla.


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