Hurren La Risueña: De Esclava a Sultana
Las historias de amor, pasión, poder y lucha, siempre han sido de mis favoritas, pero cuando éstas son basadas en hechos de la vida real, definitivamente, me obsesionan, como creo que muchas historias lo hacen en la vida de otros.
La que hoy contaré está basada en un relato real en el que una mujer luego de ser vendida como esclava, pasó a ser una de las más poderosas de su tiempo y la que en definitiva, cambió el curso de la historia femenina del Imperio Otomano.
Y este tema me apasiona porque soy fiel creyente de que cada uno de los seres humanos que habita este planeta es perfectamente capaz de cambiar su destino, o mejor dicho, de formarlo, pese a las circunstancias en las que haya nacido y de eso tiene mucho esta historia.
Es que de hecho, la vida de Hurren, es un claro ejemplo de lo que es la perseverancia, la inteligencia y el uso de los recursos con los que se cuenta para alcanzar los más privilegiados lugares, aún en una época como la que vivió, en la que las mujeres eran practicamente, objetos decorativos y fábricas de hijos cuyos destinos dependían de las más tontas decisiones.
Hoy estaré hablando de esta mujer que no solo pasó de ser una esclava a una sultana, sino que además, se convirtió en el único amor del heredero y sultán del Imperio Otomano.
Lo bueno comenzó en tragedia
La protagonista de esta historia es conocida como Hurren, pero su verdadero nombre es Aleksandra Anastazja Lisowska, quien nació en el año 1502 en algún pueblo de Polonia según se cree, hija de una esclava y un sacerdote de quien no se sabe su nombre.
El imperio Otomano se encontraba en expansión y había ocupado la mayor parte de los valcanes y el levante mediterráneo. Esta extensión ya había alcanzado además Rumanía y Moldavia, por lo que fue establecida una especie de protección en la región de Crimea, la cual estaba ubicada en las costas del Mar Negro.
Esos puertos de inmediato se convirtieron en un bazar de esclavos que eran vendidos luego de ser traídos de Rusia, Ucrania y Polonia y cuyo destino final, en su gran mayoría, eran la ciudad de Estambul.
Cuando Aleksandra tenía unos 14 años, su suerte fue echada por unos traficantes de esclavos Tártaros, quienes la secuestraron en uno de los tantos asaltos que se hacían a las aldeas. Al parecer, en esa oportunidad sus padres y hermana fueron asesinados.
Así fue como se salvó la primera vez de terminar como una esclava domestica y llegó a Constantinopla, dónde además su nombre fue cambiado al de Hurren. Algunos dicen que se le dió este nombre por su color de cabello; otros aseguran que el significado de esa palabra es Siempre Sonriente y que le fue dado por el Sultán y otros, adjudican el mismo a su sitio de origen. La verdad es que hay varias teorías.
Una vez que los Tártaros la llevaron a la capital, la muchacha virgen y ya de unos 15 años, fue comprada por la sultana Hafsa, quien la regaló a su hijo Suliman El Magnífico, que había sido nombrado Sultán del Imperio Otomano tras la muerte de su padre Selim I.
Fue así como Hurren pasó a formar parte de las cientos de odaliscas que hacían vida en el harén de Suliman. Todas ellas eran jovenes y adolescentes doncellas que se dedicaban a ser concubinas y amantes del sultán.
En el mismo harén, habitaban también la madre, hermanas, hijas, sobrinas, tías e incluso, los hijos del Sultán hasta que cumplieran los 12 años de edad y aunque estaban prisioneras, vivían todas entre lujos y opulencia y por eso, el lugar era conocido como La Morada de la Felicidad.
De hecho se dice que lo único que podían desear las mujeres que allí habitaban era su libertad, pues todos sus caprichos eran conseguidos sin problemas, incluídas además educación, libros, vestidos, joyas, comidas, músicos y la verdad, es que para aquella época, todo cuanto quisieran materialmente hablando, estas damas lo podían tener. Ellas vivían prácticamente tras las rejas de una jaula de oro.
El lugar era un edificio que arquitectónicamente hablando, impresionaba por los lujos y belleza, y que además estaba decorado con absoluta exquisitez y contaba incluso con una piscina para el uso y disfrute de las mujeres que allí vivían.
En el harén, las mujeres dedicaban sus días en ser educadas y en perfeccionar sus habilidades en distintas áreas como danza, canto, toque de instrumentos musicales, actividades artesanales, aprendizaje de idiomas, entre otras áreas que las mantenían ocupadas y disfrutando de una riqueza que del otro lado de los muros, era para ellas, sencillamente incalcanzable.
Los sultanes no querían mantener relaciones ni mezclarse con otros reinos por lo que debían procrear descendencia exclusiva con sus concubinas dentro de su propio territorio.
Y como el Corán prohibía esclavizar musulmanes, la mayoría de las mujeres del harén eran buscadas en zonas cristianas y las concubinas no eran elegidas por el sultán sino por su madre, quien seleccionaba a las mejores, pues éstas eran las encargadas de traer al mundo a los futuros sultanes.
Además, estas mujeres debían ser no solo bellas sino inteligentes pues serían de gran influencia para el carácter de sus hijos.
Las elegidas debían bañarse en una piscina debajo de donde residía el Sultán y de esta manera, él las observaría para escoger a su preferida.
La Favorita
Hurren siempre destacó entre todas las demás, no solo por su belleza sino por su inusual cabello rojizo, razón por la que no pasó inadvertida ante los ojos de su suegra y mucho menos, ante los de su hijo Suliman.
Aunque el sultán ya tenía una consorte favorita que era una sobrina de su madre de nombre Mahidevran Gülbahar, quien era ya madre de su primer descendiente llamado Mustafá, destinado a susceder a su padre; Hafsa, madre de Suliman, no tenía buenas relaciones con ella.
De hecho, preparó a Hurren muy bien en cuanto a cultura y educación, para que ésta fuera una de las favoritas de su hijo Suliman, quien al conocerla, de inmediato quedó flechado por la belleza de la doncella.
Tras ser escogida por el sultán, Hurren fue preparada con tratamientos de belleza que consistían en eliminar todo el vello corporal y decorar sus manos y vientre con Henna. También fue vestida con los mejores trajes confeccionados con las más exquisitas telas y adornada además, con las mejores joyas.
Todas las chicas del harén estaban felices por Hurren, quien en ese tiempo se había convertido en una muchacha muy amable con todas las demás, por lo que era muy querida por el resto de las doncellas.
Lo normal era que el Sultán gozara a las concubinas por algunas noches hasta que decidía a cambiarla por otra. Sin embargo, no ocurrió así con Hurren, quién se ganó el corazón y voluntad de Suliman casi inmediatamente.
Tanto fue así que desde el momento en el que estuvo con ella por primera vez, no volvió a poseer a ninguna otra doncella. Se dice que Hurren no solo era hermosa, dulce y encantadora, sino además, auténtica y muy inteligente, por lo que su presencia era muy agradable para el Sultán, quien la escuchaba recitar versos incansablemente, lo cual era una pasión que los unía y que mantendrían hasta el final de sus vidas.
Los Celos
El trato inusual de Suliman con su odalisca, despertó la envidia y los celos del resto de las mujeres del harén, quienes esperaban de igual manera procrear hijos para el sultán, pero éste se negaba a intimar con alguna otra mujer que no fuera Hurren.
Sin embargo, la más celosa de todas era obviamente quien hasta la llegada de Hurren había sido su favorita: Mahidevran, quien comenzó un ataque hacia ella no solo con insultos sino además con golpes que terminaron con la cara de Hurren rasguñada.
Cuando el Sultán mandó a buscar a Hurren, ella se negó a ir alegando que era indigna de estar ante su presencia por lo que el hombre, intrigado, ordenó traerla ante su presencia nuevamente y esta vez ella apareció con la cara llena de arañazos, lo que causó su compasión inmediata.
Por supuesto y como era de esperarse, esto ocasionó que el Sultán se alejara aún más de Mahidevran y de hecho, ésta, quien era la madre del heredero probable, fue enviada con su hijo a otra ciudad, en la que se prepararía para las funciones que debía algún día tener.
Te cuento que en esta cultura, cada mujer escogida por el sultán podía tener solo un hijo de éste. Sin embargo, Hurren tuvo cinco. Cada hijo varón era probable heredero pero el mayor peso recaía sobre el primero. En caso de llegar al trono, una ley promovía que el resto de los hermanos debía ser estrangulado para evitar de esa manera las rivalidades entre ellos. ¡Vaya manera!
Los hijos de Hurren y Suliman fueron nombrados: Mehmed, Mihrimad (la única niña), Abdulah, Selim, Bayezid y Cihanger, quien además nació con una condición especial.
Sin embargo y a pesar de sus cuatro varones, el heredero al trono probablemente sería Mustafá, hijo de Mahidervran, por ser el primero de todos los hijos y por contar además con el buen visto de los ministros de Gobierno, quienes eran especie de garantes de las tradiciones de ese pueblo.
Por otra parte, estas mismas personas, que además tenían voz y voto en aquel imperio, estaban no solo intrigados sino reacios a que Suliman se negara a tener otros hijos y otras mujeres. No podían entender qué había hecho Hurren para mantener enamorado al Sultán.
Así que como en pueblo chico, infierno grande, comenzó a rumorarse que Hurren estaba usando brujerías para asegurar su puesto dentro del Imperio, por lo que no se les ocurrió otra cosa que llevar a dos pelirojas rusas al harén, esperando que con esto, Suliman pudiera salir de su aparente enamoramiento.
Cuando Hurren se enteró de esto, lloró tanto que el Sultán terminó regalando a ésas y otras mujeres del harén, a sus amigos y consejeros, lo que causó aún más celos e intrigas dentro del palacio y del gobierno.
Él estaba absolutamente enamorado de su doncella Hurrén, así que hasta sus decisiones, estaban influenciadas por las palabras de aquella mujer a quien le escribió muchas poesías y le entregó fidelidad absoluta luego de conocerla.
Fue luego de 14 años desde el momento de haberla conocido, cuando por fin el Sultán se decidió a enfrentar cualquier chismorreo y como líder de su imperio, decidió liberar a Hurren para entonces, casarse con ella contra todo pronóstico.
Desde entonces, fue ella su Consorte principal, Emperatriz Consorte o única favorita, que en aquellos tiempos era como se le llamaba a la compañera del lider y que en realidad significaba en rol algo así como la esposa legal.
Es de destacar que esto fue tras la muerte de Hafsa, quien hasta el momento de su fallecimiento tuvo el título de Reina Madre, así que el Sultán no podía ascender a ninguna otra concubina por encima o al nivel de ella mientras estuviera con vida.
Pero además, a Hurrén se le ofreció un subsidio diario que la convirtió en la mujer más rica de la corte y por si fuera poco, se le permitió salir del Harén y acompañar en Palacio a su esposo, aunque en unos departamentos contiguos al suyo.
Por supuesto, los Otomanos estaban absolutamente sorprendidos de lo que estaba ocurriendo pues hasta ese momento, ninguna mujer había ni podía residir en el mismo palacio en el que se tomaban las desiciones de gobierno, por lo que este hecho iba en contra de todas las reglas establecidas y tácitas de ese Imperio.
La Más Poderosa
Como era de esperarse, estos hechos causaron un gran revuelo no solo en esa región sino en toda Europa, en los que no se admitía que una mujer tuviera tal dominio en las decisiones de Estado, así que para la época, Hurren fue una especie de emprendedora Post Moderna o quien de alguna manera, mostró el poder de la mujer dentro de una sociedad absolutamente machista.
Como Sultana, consiguó tener una gran influencia política y con esto, construyó su propia red de relaciones diplomáticas.
De hecho, uno de sus aliados fue el rey de Polonia, Segismundo II, con quien tuvo una relación diplomática que con el paso del tiempo, se convirtió en la única oportunidad conocida en la que una sultana Otomana tuvo contacto directo con un monarca europeo. Su figura fue indispensable para mantener las alianzas entre el imperio que representaba y Polonia.
Pero además, esta mujer se ganó la voluntad y el cariño de los ciudadanos pues era muy dulce y carismática y garantizó muchas obras sociales para los pobladores como la construcción de hospitales, colegios, mezquitas y comedores para las clases menos favorecidas.
Mientras todo esto ocurría, el Sultán andaba en lo suyo, tratando de expandir su imperio con la conquista de nuevos territorios, así que las cartas para expresarse su genuino amor durante este período fueron y vinieron y en la actualidad, aún se conservan como testigo de ese sentimiento de pasión, compañía y fidelidad que se juraron.
Pero a la par de esto, los hijos de Hurren ya estaban llegando a la adultez y si su padre moría, debía ejecutarse una lucha entre todos los herederos para ver quien se hacía con el trono.
Te recuerdo que Mustafá, el primer hijo de Suliman con Mahidevran, era el favorito del Ejército y de las altas cabezas que hacían vida en el Imperio.
Decisiones Mortales
En toda esta historia había olvidado contarte que Suliman tenía un amigo y consejero desde su infancia que había sido nombrado Visir, que era un cargo que se equipara en la actualidad al de un Primer Ministro de Gobierno.
Su nombre era Ibrahím y éste no solo era una gran influencia para el sultán, sino su cuñado, pues en agradecimiento y confianza, este hombre que se había convertido a la religión de los Otomanos, terminó casándose con la hermana del portador de la corona.
Sin embargo, Ibrahím y Hurren se repelían. Cada vez que tenía oportunidad, Ibrahím desdeñaba de la pelirroja, así que la mujer comenzó a estudiar su comportamiento, lo que la llevó a darse cuenta de que el hombre se había vuelto un arrogante y corrupto funcionario.
Esa fue la oportunidad que vio para salir de él, así que lo expuso ante su esposo, al momento en el que Ibrahím recibía sobornos y abusaba del poder que tenía.
Entonces, el Sultán al darse cuenta de lo que ocurría, invitó a su amigo a comer y beber y una vez que estuvo dormido, lo mandó a ejecutar del mismo modo en el que se asesinaban a las princesas y principes: Con estrangulamiento. La hermana de Suliman nunca lo perdonó.
Con el visir muerto, Hurren pensaba que su hijo Mehmed tenía más oportunidades de suceder a su padre. Sin embargo, no contó con que la viruela mataría a su primogénito cuando éste apenas tenía 21 años de edad, al igual que poco tiempo después pasaría con Abdulah, quien también murió a causa de la misma enfermedad.
De esta manera, Mustafá continuaba siendo el preferido para el puesto de Sultán, lo que significaba que si algo ocurría con Suliman, los tres hijos varones que le quedaban, serían estrangulados por órdenes de Mustafá.
Entonces Hurren planeó algo verdaderamente siniestro. Se reunió con el nuevo Visir y le dijo que le entregaría a su hija Mihirimad en matrimonio a cambio de que pusiera al Sultán en contra de Mustafá, quien era muy querido por todos. Y así fue. El Visir le dijo a Suliman que su primogénito estaba conspirando para derrocarlo y así convertirse en sultán.
Cuando las noticias corrieron por el pueblo, Hurren fue culpada de la muerte de Mustafa pero, no fue mucho lo que le importó pues entonces no había nada que impidiera que uno de sus hijos fuera el próximo sultán.
Sin embargo, ya el último de sus hijos había muerto por complicaciones de la enfermedad con la que había nacido, así que solo dos de sus varones quedaban disponibles para convertirse en el heredero del Trono: Selim y Bayezid.
Uno de ellos sería el sultán de uno de los imperios más grandes y poderosos del mundo mientras que al otro, le esperaba la muerte segura tras la coronación de su hermano.
Un destino sorpresivo
Cuando tenía unos 55 años y al parecer, atacada por un cáncer de ganglios, Hurren murió sorpresivamente luego de una corta enfermedad que la hizo permanecer unos meses postrada en cama.
Su amado esposo no se separó de su lado ni uno solo de esos días, por lo que su hijo Bayezid, aprovechó la oportunidad y desconsuelo de su padre y hermano para levantar las armas en contra de ambos. Como era de esperarse, fue ejecutado tras la orden del Sultán.
Suliman, quien estaba destrozado emocionalmente por la muerte de su amada esposa y la traición de su hijo, vivió otros 8 años tras haber enviudado y todo ese tiempo se mostró con tristeza y pérdido ante la ausencia de su mujer, a quien dedicó varios poemas más.
Finalmente, murió y fue enterrado junto a ella en una mezquita impresionante y lujosa que había mandado a hacer con años de anticipación. El heredero, tal cual lo hiciera su abuelo, se convirtió entonces en el Sultán Selim II.
Uno de los legados de Hurren fue el llamado Sultanato de Mujeres, que durante los siguientes 100 años permitió que las madres y mujeres de los sultanes se convirtieran automáticamente en sultanas.
Muchas de estas mujeres tenían la misma procedencia de Hurren y habían llegado a Constantinopla como esclavas y concubinas del harén, por lo que esto las convirtió por 100 años, en mujeres con poder político y social en esa región.
A pesar de cómo fue vista en esa época, por ser una mujer ascendida al poder en un Imperio hecho y dirigido por hombres, Hurren sentó un precedente para quienes como ella, formaron parte de los gobiernos que continuaron después de su muerte.
La verdad es que esta historia tiene aún muchos más detalles, como por ejemplo que la primera favorita del Sultán, Mahidevran, fue desterrada en una especie de palacio del que su hijo pudo sacarla muchísimos años después. Al parecer, esos rasguños que le hizo en el rostro a Hurren, así como otros hechos en su contra, se sumaron para que se convirtiera en la gran olvidada del Imperio Otomano.
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