Extrañas Costumbres de las Mujeres en la Antigüedad

Imagina pasar meses sin darte un baño o aplicar sustancias en tu rostro, labios y ojos para que con esto se vean más bonitos, a pesar de saber que provocarán no solo que te quedes ciega sino incluso, que te mueras.

La verdad es que soy apasionada de las curiosidades de la historia del hombre por lo que de vez en cuando, me da por indagar acerca de la vida que llevaban las civilizaciones de hace cientos de años, en comparación con lo que hoy en día tenemos.

Por supuesto, cada una de estas costumbres que ahora nos parecen extrañas, se practicaban con el conocimiento que tenían en esas épocas las personas que en ella vivían, así que sin saberlo, muchas de las  prácticas atentaban contra la integridad física de quienes osaban a usarlas.

Sin embargo, cada época tuvo su encanto y gracias a todos los avances que se hicieron aunque éstos significaran muertes en ese momento, hoy en día la humanidad disfruta del resultado de esos primeros experimentos y en el caso de las mujeres podemos por ejemplo, aplicarnos maquillaje sin miedo a morir en un intento por vernos más hermosas.

Lo que hoy vestimos, decimos y hacemos las mujeres, probablemente en otras épocas nos hubiese costado la vida, así como nos resultan escandalosas y abominables algunas de las prácticas que tenían las féminas de las civilizaciones antigüas.

Hoy daremos un paseo por una pequeña parte de esas costumbres curiosas y peligrosas que nuestros antepasados usaban. ¡Comenzamos!

«Para ser bellas, hay que ver estrellas»

Recuerdo que de niña, cuando había alguna celebración importante, mi madre le repetía esta frase a mi hermana porque como su cabello era muy liso, mi abuela se empeñaba en ponerle rollos en toda el pelo y con ellos debía dormir por la noche.

Mi hermana, casi dos años mayor que yo, se quejaba de dolores de cabeza, supongo que no solo por el peso de los artefactos de plástico y goma espuma, sino por lo apretado que se los ponían.

Hoy en día, gracias a los avances en tecnología y belleza, hay aparatos con los que puedes lucir hermosos bucles y ondas en tu cabello sin necesidad de pasar por la tortura que mi pobre hermana tuvo que vivir.

De igual manera, hay muchos otros cachivaches con los que lo puedes alisar, peinar y dejar tu cabello exactamente como quieres tenerlo, pero como no siempre fue así, te cuento que en épocas pasadas, arreglar las largas melenas eran en realidad, una especie de tortura para las damas.

Empecemos por ejemplo, en la Edad Media, época en la cual a las mujeres no se les permitía exhibir su cabello, pese a lo que puedas haber visto en las películas y documentales faranduleros que se han hecho sobre esta época.

De hecho, el cabello de la mujer se consideraba un atributo muy sensual, por lo que gracias a las normas impuestas por el Clero en la era medieval, las damas debían tener el cabello tapado con tocados.

Por supuesto, las más pudientes, lucían hermosos tocados adornados con sedas y joyería, pero las menos favorecidas, debían taparlos con gorros, pañuelos o con el primer trapo que encontraban a su paso.

La cosa es que en esos tiempos, también se puso de moda llevar el cabello muy largo, así que existían mujeres que no se lo tocaban en toda su vida, es decir, que nacían y morían sin haberse hecho nunca ni un corte de puntas.

Y como de igual manera, debían taparlo y recogerlo para no pecar de osadas, lo amarraban en trenzas y lo adornaban además con telas, sedas y tocados bordados con piedras que les hicieran al menos, dar brillo a aquellas extensas longitudes de cabello. Y eso, segura estoy, sí que era tener un verdadero peso sobre los hombros.

Y aunque las trenzas han sido el peinado favorito de muchas de las épocas hasta la actualidad, también existieron otras modas medio extrañas con las que las damas terminaban con terribles dolores de cabeza por los artefactos que usaban.

Un ejemplo de esto fueron los Hennin, que eran una especie de gorro con forma de conos muy pesados que se ponían las mujeres y que supongo por su gran tamaño y material, no es de extrañarse que representaran una tortura no solo para las cabezas de estas mujeres sino para sus cuellos y hombros.

Pero además, en otras épocas, por ejemplo, en la Edad Media, el uso de grandes sombreros no era meramente decorativo, sino que se usaba para ocultar la gran cantidad de piojos que tenían en sus cabezas, así como para disimular el mal olor que desprendía el cabello por no bañarse, pero eso, te lo cuento más adelante.

Por su parte, las mujeres egipcias, en alguna época prefirieron las ondas en su cabello, entonces, lo que hacían era enrollar partes de él en palos de madera y luego, lo cubrían de barro para posteriormente, dejarlo secar al sol. Con esto se aseguraban unos rizos rudimentarios, pero más permanentes que con otros inventos de su época.

Y si te preguntas el por qué el uso de pelucas en aquellas épocas, pues te cuento que en la época victoriana, el cabello era considerado un activo de valor muy preciado, pero especialmente si éste se lucía rizado, así que las mujeres de aquel período inventaron unas tenazas de metal que usaron como una especie de ondulador para sus melenas.

El problema es que este artefacto era puesto directamente en el fuego para que se calentara y luego, se enrollaba sobre los cabellos de las mujeres, por lo que muchas terminaron con la cabeza prendida en llamas y por supuesto, calvas.

Pero como si no fuera poco, luego de esto, se aplicaban amoniaco pues pensaban que esto les ayudaría con el crecimiento del cabello, entonces, lo que hacían era empeorar la situación con las tremendas quemaduras que se ocasionaban en la piel del craneo.

Las pelucas se implementaron entonces para esconder esas cabezas que a punta de inventos, no tenían ni una hebra de cabello qué lucir.

Las Caras Pálidas

Como dije antes, me encanta la historia, así que por eso puedo atreverme a asegurar que en muchas de las épocas pasadas, especialmente en la de los imperios, así como cada uno de nosotros hoy en día tiene un teléfono celular en el bolsillo, esta gente llevaba un frasquito con veneno bien guardado en caso de alguna emergencia.

Es que de verdad, esas épocas de luchas, poder y dinero, fue muy fuerte, así que muchos murieron envenenados por sus enemigos, que dicho sea de paso, estaban casi que dentro de su círculo más íntimo, pero esa es otra historia.

Lo que me trae aquí es otro asunto, y es que resulta que hubo un tiempo en el que quien sabe quien decidió que mientras más blanca fuera la piel y más rojos los labios, las personas eran más bellas.

Tanto fue así que algunas mujeres drenaban de manera controlada su sangre para así poder obtener el preciado color blanco en sus rostros y ser vistas como personas de importancia, influyentes y poderosas.

Y es que al parecer, el bronceado ocasionado por los rayos del sol era solo para la gente de clases bajas, quienes debían trabajar bajo las inclemencias del clima.

De esta manera entonces, los de las clases más pudientes querían tener pieles muy blancas que los diferenciaran del resto por lo que mientras más pálidas fueran las pieles, más importancia se le daba a las personas.

Pero además, como muchas de las mujeres del Imperio Romano no querían quedarse atrás en cuestiones de moda, comenzaron a usar polvo en su cara hecho con nada más y nada menos que ¡Plomo!

Por supuesto, esto les quemaba la piel y producía grandes lesiones en ellas y para disimularlas, ¿qué hacían? pues ¡venga! que se aplicaban más maquillaje hasta que literalmente, la piel se les deshacía en las manos y posteriormente, morían.

Tal fue el caso de la Reina Isabel I de Inglaterra, quien también fue conocida como la Reina Virgen y para quien la presencia era muy importante. Resulta que esta mujer sufrió de viruela y su cara quedó manchada por puntos rojos por lo que comenzó a usar maquillaje pues la apariencia que quería dar era que su reinado era fuerte, imponente e indestructible.

En esos tiempos, la cara blanca representaba además, estatus y por eso todas las mujeres iban maquilladas de esa forma, pues esto significaba que pertenecían a la clase alta de la sociedad. También, se relacionaba este color con fertilidad y juventud.

La verdad es que no tengo idea de quien y con qué propósito se imponían estos cánones de belleza, pero la Reina, quien se dice que era muy preocupada por su aspecto, usaba un producto que contenía carbonato de plomo, vinagre, clara de huevo y nada más y nada menos que arsénico y mercurio.

Claro está que en aquella época no se conocía a ciencia cierta la letalidad de estos componentes; aún así, muchos creyeron que la muerte de la Reina se produjo por la intoxicación que sufrió con estos productos, los cuales además, no se quitaba durante varios días lo que provocaba que se taparan los poros y el daño fuera aún peor.

Cleopatra también usó maquillaje compuesto de sales de plomo, los cuales aplicaba para delinear sus ojos y aunque por mucho tiempo se dijo que esta fue la causa de ceguera y muerte de muchas personas en ese tiempo, estudios recientes han comprobado que tanto el khol negro que usaban los egipcios en sus ojos, como otros de sus productos de maquillaje, contrario a lo que se pensaba, fueron capaces de reforzar su sistema inmune y evitar las infecciones oculares. Pero esto, claro está, no ha sido avalado por todos los estudiosos del tema.

Además, en la época victoriana, las mujeres no solo usaban amoniaco, arsénico y plomo para blanquear sus rostros, sino que además, usaban gotas de belladona en sus ojos con la intención de dilatar sus pupilas pues según los estándares de belleza, esto haría que los caballeros las cortejaran.

Es de destacar que el uso de este veneno, no solo hacía que su visión fuera borrosa sino que incluso podría ocasionar la pérdida total de la vista y además, la muerte. Pero, al parecer, los resultados, bien valían el riesgo en una época en la que la mayoría de las mujeres, solo querían conseguir un prospecto como esposo y formar una familia.

Otras, menos arriesgadas y desesperadas, usaban gotas de limón o naranja para dilatar sus pupilas, lo cual aunque era perjudicial y doloroso, al menos no las mataba.

Pies de loto

Una de las costumbres más extrañas, dolorosas e incomprensibles en la época actual, por lo menos para mí, tiene que ver con la que se llevaba a cabo en China hasta mediados del siglo pasado.

Y es que según la cultura de esa época, vendar los pies para que éstos fueran lo más pequeños posibles haría que las mujeres fueran más atractivas y esa extraña costumbre la asociaban no solo con belleza sino con elegancia y prestigio.

No me imagino el dolor que debieron sentir las miles de millones de niñas a quienes se les vendaban los pies a la edad de 5 años para que así sus extremidades no midieran más de 10 centímetros.

Pero no solo no le crecían los pies debido a que prácticamente se le fracturaban sus dedos, sino que además, esta locura de práctica las dejaba casi que imposibilitadas para caminar o con movimientos muy reducidos para desplazarse.

Al parecer, esta dolorosa e insana costumbre inició cuando el emperador del siglo XX, le pidió a una de sus concubinas que se atara los pies e hiciera un baile para él. Según dice la historia, tan elegante y perfecta fue la danza que muchas mujeres quisieron imitarla y comenzaron a atar sus pies.

Luego, la práctica se fue expandiendo en las clases altas de la sociedad de entonces, pero, los padres de las niñas de las clases medias y bajas, querían iguales oportunidades para sus hijas, así que era muy seguro que a casi todas las niñas de la época se les obligara a atarse los pies.

Para ellos, era una costumbre muy normal que aunque con los años fue prohibida por varios emperadores, se mantuvo vigente hasta más o menos el año 1646 y de hecho, aún en la actualidad podemos encontrar a damas que han sido desgraciadas por esta práctica.

Y como estamos hablando de modificaciones en el cuerpo, no puedo dejar de mencionar el famoso, odiado y amado corset o corpiño, el cual fue un invento usado por las mujeres para reducir sus medidas y especialmente, sus cinturas.

Obviamente, quienes lo usaban querían verse mucho más hermosas y delgadas, pero muchas de ellas terminaron causando daños irreversibles a sus cuerpos ya que sus órganos internos se comprimían tanto que terminaban prácticamente estrangulados.

Pero además de casi quitarles la respiración, oprimir sus pulmones, debilitar los músculos de la zona abdominal y provocar otros problemas  de salud, luego de la época victoriana, estos artefactos eran construidos en madera, así que pesaban muchísimo.

Sin embargo, las mujeres lo usaban encantadas de la vida, pues muchas querían llegar a tener los 30 centímetros de cintura que su precursora, Catalina De Médici, también apodada La Reina Negra, había logrado alcanzar.

Agua, solo la necesaria

La verdad es que me sorprendí mucho cuando me leí que una de las más influyentes reinas de España, Isabel La Católica, solo se bañó dos veces en su vida: el día en el que nació y el día en el que se casó.

Yo no puedo imaginar los olores corporales de las personas de esta época, especialmente, de las mujeres durante esos días en los que la biología se hacía presente.

Sin embargo, aunque lo de la Reina española y todos los vivientes de su época parece que fueron rumores infundados, la verdad no está dicha pues esa afirmación se hizo luego de saber el inventario de perfumes y productos de higiene con los que contaba Isabel, lo que aunque no quiere decir que se aseaba, al menos indica que se perfumaba para disimular los malos olores.

No obstante, es bueno aclarar que por aquellos tiempos, la higiene no es que haya sido de mucha importancia para los habitantes del planeta, pues de hecho se pensaba que al bañarse, los poros de la piel se abrían, por lo que las personas podían ser más vulnerables a las enfermedades.

Y para decirte más sobre esto, cuando las plagas los azotaban, los médicos daban la orden de cerrar los baños públicos, que eran espacios donde iban todos aquellos que no pertenecían a la realeza y no podían darse el «lujo» de tomar un baño en casa.

Pero no creas que quienes sí tenían esos lujos eran muy aseados, porque de hecho la gran mayoría se bañaba solo en ocasiones especiales, como sus bodas o cumpleaños y en realidad, las flores que se ven en muchos de los retratos y pinturas, habrían sido usadas para disimular los olores corporales.

De igual manera, el uso de los abanicos no era tanto para aplacar el calor sino para espantar aquellos vapores repugnantes que emanaban de los cuerpos de hombres y mujeres.

La verdad es que la Edad Media aunque es una de las fascinantes por los inventos y conquistas que aún hoy podemos vivir, también es de las más rudimentarias pues las personas vivían con lo que tenían a mano, por lo que en materia de higiene, ha sido de las más repugnantes, por decir lo menos.

De hecho, las calles no estaban cubiertas de asfalto o de tierra sino de heces y excrementos de los habitantes. Si había algo más «solido» que la orina que quisiera salir de tu organismo, no importaba el lugar en el que estuvieras, simplemente en la vía abrías un hueco, hacías tus necesidades y luego, tapabas tus desechos con un poco de tierra.

Esto era igual para hombres y mujeres, por lo que el pudor, no es que fuera de las cosas más importantes de ese mundo, especialmente, si eras de clase baja.

Además, el uso de flores en las bodas y eventos sociales no era un elemento decorativo, sino para lograr disimular los olores corporales de los novios y en general, de los invitados. De hecho, las bodas se celebraban al comienzo de la primavera precisamente por esto que acabo de explicarte.

En esta época, las mujeres prácticamente tenían prohibido bañarse porque se creía que lavar las zonas íntimas podía causar esterilidad, por lo que podían pasar años para que asearan esas partes del cuerpo y en el caso de tener su período menstrual, algunas usaban paños que utilizaban una y otra vez, mientras que la gran mayoría solo dejaba que los fluidos cayeran libremente.

 Y es que en la Edad Media, las personas tenían la creencia de que la mugre fortalecía su cuerpo mientras que el agua y el higiene eran enemigos que había que evitar si no querías estar enfermo.

Afortunadamente, la peste negra, que aniquiló casi a un tercio de la población mundial, fue el gran mal que hizo que todo cambiara y que los ciudadanos de aquella época apreciaran el hecho de bañarse y lavarse las manos por higiene y salud, en lugar de para evitar los olores corporales.


Aunque hay muchísimas costumbres que afortunadamente, hoy no nos acompañan, el espacio se hace corto y el artículo largo, así que por hoy voy a dejarlo hasta aquí, pero con la promesa de pronto continuar con este tema que me resulta no solo curioso y peligroso, sino increíble por la manera en la que sobrevivió el ser humano aún a pesar de todas las locuras que se inventaban para sobrevivir.

Si algo, definitivamente debemos agradecer, es la historia que nos ha mostrado los tremendos desatinos que en materia de salud, belleza y vida, nos han dejado las épocas pasadas como humanidad, especialmente, a las mujeres.

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