¿Te Importa el Qué Dirán? Evita que las Opiniones de Otros Dejen Huella en tu Vida
Todos en algún momento de nuestras vidas nos hemos sentido presionados por lo que suponemos que otros opinarán sobre alguna decisión que tomaremos en relación con nuestra vida.
Y aunque seas muy libre, independiente y decidido, sé que ya habrá venido a tu mente algún recuerdo en el que efectivamente, te sentiste presionado por pensar que opinarían de ti si hacías esto o aquello.
Y eso está bien. El ser humano, o su psique, necesita la aprobación de quienes le rodean o mejor dicho, el reconocimiento de lo que hace y si esto no sucede, tendemos a pensar que lo que hacemos está mal o no fue del agrado de alguien.
No es algo que se relacione directamente con la autoestima o la seguridad que tengas en ti mismo, no. Puedes ser la persona más segura del mundo y de igual manera, buscarás aprobación, al menos, de tu círculo más cercano.
Y es que somos seres sociales que al relacionarnos con otros seres humanos, mezclamos emociones y sentimientos en los que entonces, de vez en cuando, necesitamos la aprobación de otros y tendemos a querer evitar decepcionarlos.
Hoy estaré hablando de cómo es este proceso y especialmente, de cómo entender que no tenemos por qué dejar de vivir como deseamos por la necesidad de complacer a otros. ¡Comenzamos!
Vida Solo Hay Una
La verdad es que he perdido la cuenta de las veces que he leído, oído y hasta pronunciado esa frase anterior, y aunque de cierta manera interfiere con las creencias que tengo sobre la reencarnación o la vida después de la muerte, me gusta pronunciarla de vez en cuando para recordarme que definitivamente, nuestra experiencia en la tierra es de la única que sabemos.
Así que perder tiempo, esfuerzo y energía no es de las cosas que estén en mis planes y aunque como ya lo he dicho en varias oportunidades, la situación actual del país en el que vivo es más bien lamentable, trato de disfrutar de esta experiencia terrenal todo lo mejor que puedo.
Por cierto, el pensar qué opinarán otros de mi vida o de mis acciones, no es un asunto que me quite el sueño ni que me preocupe demasiado porque aprendí, hace algún tiempo, que lo que está en consonancia con mi conciencia es lo único a lo que le debo prestar atención.
Sin embargo, reconozco que hay momentos en los que los seres humanos piensan y se dejan llevar por las opiniones que tienen las personas de su entorno sobre su vida y esto, no es algo nuevo para ninguno de nosotros.
No queremos decepcionar a nuestros padres, nuestros amigos, nuestras parejas, nuestros hijos y en general, no queremos decepcionar a nadie. O al menos, eso es lo que me gusta pensar del ser humano en general.
Pero, esto lamentablemente no es una situación objetiva ni real, porque nuestras acciones no deben estar dirigidas a complacer a otros sino que de acuerdo a nuestras conciencias, deben agradarnos a nosotros mismos y esto es algo, a veces, complicado de lograr.
Si el miedo a la opinión de otros te está impidiendo que vivas la vida que te gustaría, entonces estás en serios problemas porque, ojalá y puedas entender con mis palabras, que ninguna opinión o chantaje emocional es demasiado como para que te desprendas de la verdad de tu ser.
¿Qué es lo peor que puede pasar?
Siempre es bueno que te hagas esta pregunta cuando sientas temor a realizar alguna acción pues de ese modo, estarás anticipándote a las reacciones que tendrán otros con respecto a tus acciones.
Por cierto, no se trata de que salgas a acabar con el mundo o a volverte loco, no.
Tomando en cuenta que eres una persona que entra dentro de los parámetros de la normalidad, entonces creeré que tus acciones no están dirigidas a cometer actos que vayan en contra de lo que está bien.
Te ejemplificaré mejor lo que quiero explicarte. Hace unos años, cuando los míos aún eran mozos, conocí a un muchacho a quien quise y aún quiero mucho. Él era homosexual pero sus padres no lo sabían.
Él, vamos a llamarle Luis, pasaba sus días entre depresiones y una vida paralela en la que además, tenía una relación de pareja que no podía ir mejor.
Sin embargo, sus padres y familiares mantenían posiciones muy rígidas con respecto a la homosexualidad, por lo que Luis vivía continuos ataques de pánico y ansiedad, que además, lo estaban deteriorando físicamente.
Un día le pregunté qué le impedía hablar con sus familiares y decirles lo que ocurría y entonces, me dijo que jamás sería capaz de hacerlo, que se veía golpeado, abusado y ridiculizado, pero además, le rompería el corazón a su madre.
Insistí un poco más pero no me pareció que iba a convencerlo, así que como ya la conversación se estaba tornando tensa, cambié el tema y luego me despedí. Lo hice con un abrazo y haciéndole saber lo mucho que le quería y lo poco que importaba con quien se fuera a la cama.
Días después, su pareja me escribió una serie de mensajes explicándome que Luis tenía días muy enfermo y que por favor, fuera a visitarlo. En cuanto pude, llegué al sitio. Vi que estaban sus padres, hermanos y abuelos, todos, con caras tristes y de preocupación.
Su hermana me contó que él había intentado quitarse la vida y supe de inmediato cuáles eran los motivos. Me dio pesar. Me senté y lloré amargamente porque para ese momento, Luis estaba en un estado de salud crítico.
Entonces, su pareja, que para todo el resto del mundo era visto como su mejor amigo, trajo pizzas, café, cigarrillos y refrescos para que todos comiéramos y bebiéramos mientras esperábamos la mejoría de Luis.
Recuerdo que tenía un pedazo de pizza en la boca y un vaso con refresco en la mano cuando alguien preguntó <<¿Por qué lo habrá hecho?>> y entonces, Martín, el novio de Luis, me miró, expulsó de su boca el humo que le había sacado de una bocanada al cigarrillo y respondió en voz muy alta y segura <<«Porque no quiere decirles que es marica y que no somos amigos sino novios»>>.
Finalmente, el padre de Luis habló y dijo: «No me importa si es marica, me importa que esté vivo y que viva su vida como quiera». Todos entonces respiraron y con sus gestos y unas pocas palabras, dieron a entender que tenía razón.
Luis se recuperó muy poco a poco porque le había hecho mucho daño a su hígado, así que no estaba nada fácil su situación, pero finalmente, después de muchos meses, salió de aquella clínica.
Tiempo después, me escribió y me dijo: «Lo peor que podía pasar, no pasó» y entonces, entendí que estaba bien y que afortunadamente, su historia tuvo un final feliz en el que no solo su familia se comportó de una manera distinta a la que él esperaba, sino en la que además, poco a poco fue encontrando la manera de que dejaran de importarle las opiniones que otros tuvieran de su propia vida.
Finalmente, quienes lo amaban, solo querían verlo bien.
El miedo no es tuyo
Recuerda esa frase siempre, porque uno de los factores que influye demasiado en ese temor que sientes de que otros te rechacen, te discriminen, te critiquen o simplemente, no compartan tus acciones u opiniones, no tiene que ver contigo sino con los prejuicios de otros. Estás pensando en ellos.
Esto debes entenderlo porque así te liberarás de cargas que no te pertenecen. Si sabes que tu actuación, tu vida, tus opiniones y circunstancias no están dirigidas a hacer daño a otros, entonces no tienes nada de lo que temer.
Lo importante es que entiendas que cada quien mira las realidades desde lo que son, desde sus juicios y prejuicios y muy pocos, que son aquellos que realmente te aman, entenderán tus razones, así que solo quédate con quienes te brinden seguridad y confianza de contarle tus planes.
No tienes por qué dar explicaciones de lo que haces con tu vida o de los pasos que das en ella porque cada quien tiene su experiencia para disfrutarla y vivirla como quiere.
Tendemos a pensar que los demás nos juzgarán o ridiculizarán por alguna de nuestras acciones y en muchas de las ocasiones, eso no ocurre y si ocurre, alégrate de que así sea porque entonces sabrás de primera mano de quién no debes rodearte.
No quiero ni contarte la cantidad de realidades y escenarios que están infectados con prejuicios, normas y leyes que están completamente fuera de orden y tiempo, así que no tengas miedo de mostrarte como eres o de decidir hacer algo porque créeme que nunca, podrás complacer a todos, así que lo mejor que puedes hacer es complacerte a ti mismo.
Cuando lo que haces está dirigido desde tu pasión, tu amor, tu bondad, tu ímpetu o tu inteligencia, cuando sabes que no existen dentro de ti malas intenciones ni energías que busquen perjudicar a otros, al menos de manera directa, entonces, no tengas miedo de mostrarte y de emprender cada idea para la que pienses que naciste ganador.
Date Amor
Imagina tener que vivir un indeterminado tiempo de tu vida detrás de una máscara por temor a mostrarte como realmente eres. Para mí es sencillamente insoportable.
Muchas veces, la he visto sonrojarse y tratar de tapar con palabras mis comentarios, o de hecho, en muchas otras ocasiones, me ha regañado en público aún y cuando llevo a cuestas 41 años de existencia.
La verdad es que siento que algunas veces puedo incomodarla frente a sus amistades pero, no me permito ser de otro modo al que realmente soy porque gracias a esa seguridad que siento en mi manera de ser y de expresarme, me siento plena y feliz cada día de mi vida aunque éste no haya sido el mejor.
Eso de vivir para agradar a otros, la verdad es que no va conmigo y aunque trato de ser respetuosa con los demás a la hora de relacionarme, me cuesta mucho tener que dar explicaciones de mi vida y especialmente, soy intolerante a la gente que se mete en las vidas y decisiones ajenas.
Por eso, puedo recomendar con total seguridad que jamás pierdas tu equilibrio personal ni psicológico por tratar de entrar en grupos sociales, en empleos o en cualquier otro ámbito de la vida, porque sencillamente, no funcionará.
Puede que un tiempo puedas controlarte pero si no quieres terminar amargado y frustrado, lo mejor es que desde el principio la gente sepa a qué atenerse contigo y pueda tener la libertad de elegirte o no dependiendo de lo que en ti vean.
Y ojo, no hablo de malos hábitos ni de malas costumbres sino de esa manía que muchos tienen de querer vivir de apariencias para ser o no aceptados o beneficiados por algún grupo o persona.
Trabaja en tu autoestima, entiende que no puedes agradar a todo el mundo y que además de todo, eso es saludable porque de hecho, la opinión de otros podrá darte perspectivas y enriquecer tus propios puntos de vista.
Expande tus horizontes
Cuando digo que no podemos agradar a todo el mundo, lo digo muy en serio, porque realmente he conocido personas que se empeñan en llevar una doble vida, o en ser extremadamente amables con todo el mundo, lo que los hace amargarse y en muchos casos, frustrarse.
De hecho, no sé si son manías que tengo pero suelo desconfiar de las personas que son extremadamente amables, comprensivos y que están disponibles siempre a pesar de lo que ocurra en sus propias existencias.
¿Qué grado de credibilidad puede tener en ti alguien que ni siquiera es un ejemplo que puedas seguir? Algo que trato siempre de hacer es mirar cómo es la vida de las personas que quieren aconsejarme.
Muchos ni siquiera saben qué hacer con sus vidas, pero tienen largas lenguas para tratar de acomodar la mía y, esto es algo que sucede con mucha frecuencia y probablemente, de ahí haya salido una de las frases que siempre me alegro en pronunciar: ¿Con qué moral?
Recuerda que muchos hablan desde sus carencias, miedos, experiencias y prejuicios, así que tú, no te dejes limitar ni te conviertas en un adicto que siempre está buscando la aprobación de los demás sobre las decisiones que toma sobre su propia vida.
No eres un títere, así que no permitas que manipulen tu existencia desde el terror ni le des poder a nadie para que acabe con tus sueños, tus proyectos y tus anhelos sin que siquiera los hayas intentado.
Si te equivocas, son tus errores, es tu experiencia y segura estoy que te llevará a mejorar como ser humano porque estás dispuesto a mejorar y a asumir. Pero si no lo haces, si tienes éxito, sobrarán los sonidos de aplauso a tu alrededor.
Todos los seres humanos, como entes sociales, necesitamos mínimas dosis de aprobación, pues ellas nos hacen sentir seguridad de alguna manera y entonces pensamos que lo que hemos hecho o dicho, está bien y eso, vamos a hablar con verdades, a todos nos gusta.
El problema viene cuando nos volvemos esclavos de esa aprobación, cuando no sabemos discernir y esperamos que todos estén de acuerdo con nosotros y si no es así, entonces pensamos en dejarnos influenciar por la opinión (y los miedos) de otros, lo que traerá la catastrófica consecuencia de que nos sentiremos títeres de nuestra propia existencia.
La libertad que llega cuando aprendes a ubicar a las personas, a rechazar las opiniones que te hacen dudar y a decir «No», cuando realmente quieres hacerlo, es de las mejores experiencias que vas a vivir como ser humano.
Recuerda que quienes se respetan mucho y se quieren más, son capaces de defender sus ideas por encima de cualquier crítica absurda, así que no seas de esos que se quedan con las ganas de hacer porque otros podían sentirse heridos o decepcionados de ti.
El mundo no está hecho para que tus sueños y anhelos se vayan con la brisa, sino para que demuestres que pese a todo, estás dispuesto a equivocarte cuantas veces sea necesario, siempre y cuando sea tu elección.
Recent comments