Limpia tus energías: Lo que debes saber de la acumulación de objetos
¿Alguna vez has escuchado a alguien decir que guarda sus pantalones de cuando su figura era esbelta porque asegura que va a recuperar la delgadez de hace 20 años? o ¿Qué tal aquellos que acumulan juguetes y ropa porque están seguros que sus hijos o nietos (que aún ni tienen) los van a usar en algún momento?
Como esos dos casos, hay cientos de ejemplos. Solo que yo fui protagonista de ambos y por eso los recuerdo. Más adelante te contaré sobre mis experiencias y cómo la acumulación de lo innecesario causa un verdadero dolor de cabeza en cuanto al tema de organización y orden dentro del hogar se refiere.
Una de las grandes similitudes que siempre encuentro en las personas que tienen una actitud pesimista, pedigüeña, de baja autoestima y en general, con frecuencia vibratoria muy baja, es justamente lo poco organizado de sus espacios comunes y lo abarrotados que se encuentran estos de cosas inútiles y que no están cerca siquiera de usar.
Clínicamente está comprobado que la acumulación de objetos, bien sea por guardar recuerdos o por ese pensamiento constante que tiene el ser humano de proveerse hasta de lo que no necesita por pensar en un futuro que considera probable, propicia problemas emocionales que causan infelicidad, trastornos de ansiedad y depresión.
Algunos especialistas coinciden al decir que cuando una persona tiende a acumular cosas, logra percibir una sensación de poder sobre éstas, las cuales a su vez, le proveen de una falsa seguridad que se basa, justamente en tener el control sobre algo.
Hoy, hablaré sobre este tema y cómo ir saliendo de todo eso que no necesitas y que deja tu mundo abarrotado y sin espacios para que lo nuevo se instale en tu vida. ¡Comenzamos!
Acumulación de cosas, acumulación de emociones
Tener en desuso artículos, ropa, objetos, comida y juguetes que ya no se usan, regularmente causa sentimientos de frustración y tristeza, sin dejar de mencionar además, lo terrible que puede volverse este hábito para la salud emocional y física del acumulador y de sus allegados.
Se cree que la tendencia de acumular pertenencias que además, no usas, es un hábito que refleja aspectos emocionales negativos como temor al futuro, apego al pasado, desconexión del presente, falta de confianza en capacidades propias y dificultad en la toma de decisiones.
Quienes llegan al extremo de la acumulación, generalmente tienen problemas emocionales con los que no quieren lidiar y su manera de reaccionar es justamente esa, ocupando, rellenando y sobresaturando todos sus espacios con objetos que, a decir verdad, deberían ser tirados a la basura.
La acumulación también se produce en el campo emocional y una de las características principales de los acumuladores es su apego a recuerdos, al pasado, e incluso a sentimientos como el rencor, la culpa, la envidia, la tristeza y el miedo.
Son personas incapaces de soltar situaciones que de una u otra forma, les han marcado emocionalmente, así que se convierten en recicladores de emociones, así como de objetos.
Algunos psicólogos coinciden al decir que un acumulador es alguien que tiene la necesidad de guardar y de llenarse de todo lo que cree que no alcanzará a tener en un futuro. Es una especie de esclavo de lo material, pero también de lo emocional.
Entonces, si es tu caso, es bueno que te preguntes: ¿Qué señal estás dando de ti si te crees incapaz de proveerte de estas cosas materiales?
Lo que tal vez no sepas de la acumulación es que, irremediablemente, desde el punto de vista energético, va en contra de toda posibilidad de prosperidad y abundancia, porque mientras acumules lo que crees que vas a necesitar, material o emocionalmente hablando, te mantienes lleno de sentimientos por cosas viejas e inútiles y esto logrará que en tu vida no exista espacio para nuevas oportunidades.
La Ley del Vacío: Reserva espacio para lo nuevo
Hay una preciosa Ley Universal en el mundo de la Metafísica que habla acerca de esto y que de hecho, le da muchísima importancia en lo que tiene que ver con el alcance de lo deseado, de la prosperidad, de la abundancia y de lo que fervientemente pides que llegue a ti.
Imagina que le hablas al universo y le dices, por ejemplo, que deseas con fervor muebles y artículos nuevos para tu hogar, o un nuevo auto, cualquier cosa que materialmente, desees o ¿por qué no? un nuevo empleo o una relación de pareja.
El universo te escucha y dice: «Vale, voy a enviárselo porque parece quererlo mucho«, pero, cuando se asoma a mirar en tu vida, descubre que estás abarrotado de cosas de esas que tu piensas que en algún momento vas a reparar y que a decir verdad, ya cumplieron su ciclo de vida útil contigo.
¿Qué crees que pasará? Pues pensará que nada te falta y que más bien estás a gusto viviendo en medio de tu caos o tal vez diga: «Pero ¿para qué me llamó si aquí no cabe nada?».
Y es que dime tú qué harías si por ejemplo encuentras a una persona que te pide un pantalón y tú, de buen samaritano, se lo regalas porque ves que el suyo está deteriorado y en mal estado, pero al día siguiente vuelves a verle con la misma ropa, y así sucesivamente. ¿Volverías a darle algo? Yo en lo particular, no lo haría y de hecho, en más de una ocasión ese último ejemplo me ha sucedido pero, ese es ya otro tema.
Eso mismo pasará con el universo: pensará que no mereces lo nuevo porque te ves en absoluta comodidad con todo lo viejo, roído, gastado y antiguo que cuando se asomó a mirar, detalló en tu vida.
Entonces, es vital reconocer la necesidad de dejar espacios vacíos, para que todo lo nuevo que mereces y te pertenece pueda ubicarse cuando llegue a tu vida y para que ocurra así, ya sabrás cuáles serán mis próximas palabras: Deshazte de todo lo inútil que existe en tu casa y en tu vida.
Y no vayas a creer que lo anterior se refiere solo a lo material, porque por ejemplo, he visto a personas que conviven con una pareja que no aman y que están conscientes, de que éstas tampoco les aman. Personas que sueñan con un amor distinto, con uno con el que puedan compartir su plenitud. Gente que además, de alguna manera, solo está con alguien para evitar la soledad porque aunque no se sienta cómodo en la relación, al menos hay alguien ahí.
Entonces, les preguntas por qué no se separan y te das cuenta de que no lo harán porque le temen a la soledad y prefieren quedarse sometidos a una relación que los marchita desde adentro, antes de atreverse siquiera a considerar una separación y una sacudida a su zona de confort.
Insisto, ¿Cómo va a llegar a tu vida alguien que pueda amarte como te lo mereces, si la verdad es que tal vez te pase por el frente y no entres en sus posibilidades cuando te vea con una pareja con quien no eres feliz internamente pero, externamente, parece que sí?
De eso trata la Ley del Vacío, que dice que si deseas atraer algo nuevo, debes reservarle un espacio en tu vida para que la intensidad de ese vacío lo atraiga y absorba la energía que deseas.
Así que si en cualquier aspecto de tu vida tienes más de los que precisas y utilizas, es hora de vaciarte y hacerle lugar a eso que esperas ver materializado.
¿Por que lleno todo de todo?
Históricamente, el ser humano es bastante reacio a aceptar los vacíos, así que por naturaleza, tiende a llenarlos de lo que sea que le haga frente a esa sensación de carencia que asocia con la tristeza y la precariedad.
A muchos, de hecho, les da igual si lo que guardan es de su agrado o no, lo importante es tenerlo por si algún día llega a faltar, cosa que en la mayoría de las ocasiones, no sucede.
Obviamente, sus casas (porque tenía varias), eran una especie de desván apocalíptico en el que había desde frascos de vidrio hasta botellas de plástico con las que decía, construiría una casa en un terreno que había comprado.
Es preciso que haya un vacío porque cuando existe, abrimos la mente a que otras experiencias lleguen.
Para resumir esa historia, te cuento que aunque tenía maneras de vivir muy bien, de hecho, siempre trasmitió una vibración de escasez y de hambre tan terrible que muchas personas se quejaban de su comportamiento, incluyendo, tristemente, sus hijos.
Pero además, por desatinos del destino, debió salir del país y seguir su vida fuera de todo ese imperio de chatarra y hojalata en el que pasó tantos años de su vida sumergida y no más se fue, los hijos le hicieron la operación cachivacheo y muchos de sus tesoros fueron a parar al sitio en el que siempre debieron estar: La basura.
Debo decir que fui testigo de eso y jamás vi tantas cosas inútiles guardadas en un solo sitio. Varios camiones fueron y vinieron y aún, todo ese enorme espacio seguía estando repleto de chécheres y cambalaches.
Lo que ella nunca entendió, hasta la fecha actual, es que todos los bienes materiales necesitan circular y que limpiar cajones, armarios, garaje y cuanto espacio había en su vida, era tan necesario como respirar porque todo eso lo único que hacía era encadenar su vida a la precariedad y con su actitud, rechazar entonces el cambio y la abundancia.
Como dato adicional, debo decir además, un aspecto importante de esa vida que acabo de mencionar. Era divorciada, hermosa, con buena posición pero, todas las parejas que atraía eran absolutamente tacañas y la única explicación que puedo darle a esa situación que llegó a ser bastante incómoda, es que eso era exactamente lo que ella atraía: Personas como ella.
Lo que trasmites cuando te rehúsas a lo nuevo
Una de las cosas más importantes y que debes entender, es que no, no tiene nada de malo tener objetos o coleccionar cosas. Eso es diferente a la actitud de guardarlos como previsión de una manera enfermiza.
Lo que ocurre cuando es así, es que estás realzando la posibilidad de carencia, de escasez, de falta, de merecimiento incluso.
Los objetos como tal, no tienen ningún valor ni importancia como sí lo tiene la actitud de guardarlos, acumularlos y dejar que invadan tu vida porque tienes miedo a que te falten o peor aún, porque tienes miedo de olvidar a las personas con las que esos objetos se relacionan.
Cuando guardas y acumulas lo que no necesitas, le estás enviando un claro mensaje además, a tu cerebro: el primero es que no te crees merecedor de lo nuevo, de la abundancia y de la prosperidad y, el segundo, es que no confías en tus capacidades pero tampoco en el futuro.
Ten en cuenta que cuanto más te resistas a crear vacío para que lo nuevo llegue a tu vida, menos dispuesto estás a cambiar tu manera de vivir y de vibrar con la energía de prosperidad que se halla en el universo.
Llamamos telarañas mentales a todo lo que nos impide desapegarnos de lo que tenemos anclado a las emociones y que no nos permite soltarlo porque le hemos dado un valor que no tiene. Sin embargo, te cuento que aunque lo material nunca dejará de ser eso, cosas inanimadas, en efecto, pueden tener una enorme carga energética.
Debes procurar deshacerte de todo eso que, con el paso del tiempo, ya perdió valor y que solo está ocupando espacios que en tu vida hacen falta para lo nuevo, lo que mereces, lo que esperas ver materializado.
Créeme, de nada sirve guardar «por si acaso«, porque la mayoría de las veces, tu vida estará repleta de tantas cosas que si llegas a necesitar algo, muy probablemente ni siquiera sepas dónde está lo que buscas.
Ignorar que debes hacer espacio para lograr el éxito en cada una de las atracciones que deseas que se manifiesten en tu vida, ha provocado que un montón de personas se frustren, se quejen e incluso se enojen y lamenten pensando que las energías no le benefician a ellos.
Y no es que lo nuevo los evite, es que con sus conductas de acumulación, quién evita es justamente quien se queja.
Si no quieres tirar las cosas a la basura porque probablemente muchas de ellas estén en buen estado e incluso, nuevas, bien puedes venderlas a bajo costo o incluso donarlas para que alguien más les saque provecho y créeme que se siente muy bien hacerlo. Es absolutamente liberador.
¿Sabes qué ocurre cuando guardas montañas de ropa que llevas muchos años sin utilizar y que seguramente nunca volverás a hacerlo pero están ahí “por si a caso”?
Pues te cuento que además de transmitir al universo el mensaje de que sientes comodidad con lo viejo y no requieres nada nuevo, estás desconfiando de tu capacidad para volver a comprarla e incluso, estás dudando de la Ley de la Atracción.
Por el contrario, cuando creas espacios para todo lo que deseas ver materializado en tu vida, enviarás al Cosmos, universo o como quieras llamarle, la señal de que estás listo para recibir, sin dejar de mencionar además que tus pensamientos, emociones y vibraciones estarán perfectamente alineados con tus deseos.
No enfermes tu mente
Científica y biológicamente está comprobado que cada mente es capaz de controlar hasta un determinado número de objetos; es decir, que tenemos la capacidad limitada de saber lo que tenemos, y donde lo tenemos.
Esto se aplica a todo lo que manejamos: ropa, libros, recuerdos, productos, documentos, archivos digitales y un gran etcétera, así que cuando hay más cosas de las que tu cerebro logra recordar, se crea una especie de nube molesta en nuestra mente.
En esa nube están las ideas de todo aquello que no sabemos si tenemos o no; creemos que tenemos pero no sabemos dónde; creemos que tenemos, pero no sabemos si aún nos son útiles.
En esta última categoría entran entonces los documentos vencidos, la ropa que no usamos, medicinas caducadas, aparatos obsoletos, muebles, menaje, libros, juegos y una lista es innumerable de cosas que están simplemente ahí, sin uso y sin utilidad.
Así que como puedes ver, el hecho de acumular no es tan inofensivo como parece pues además de lo que hace físicamente en el campo del orden y de las energías, ocupa un valioso espacio de nuestra mente con incertidumbre, ansiedad y estrés.
Cuando hay demasiadas cosas en un espacio en el que habitamos, cuando nuestro lugar de descanso y convivencia está simplemente abarrotado y desorganizado, logra producir una sobre estimulación que además conlleva a que perdamos nuestra claridad mental y capacidad de concentración.
Decídete a liberar tu espacio físico y por tanto mental, para ganar funcionalidad en tus espacios, y concentración en tu mente.
Ideas románticas que causan caos
Durante mi niñez, siempre veía con curiosidad un enorme baúl que tenía mi madre en su habitación y que recuerdo, yo me moría por revisar. Soy la última de los cuatro hijos producto de la unión de mis padres, así que muchos años ya habían pasado cuando tuve conciencia de lo que allí había una vez que lo abrieron.
En esa caja enorme de metal dorado, entre muchas otras cosas, se encontraba el ajuar completo que usó mi madre en su boda con mi papá. Una vez que lo abrió, pensé que era ideal para jugar pero, mamá me bajó de las nubes cuando dijo que alguna de sus dos hijas en algún momento, lo usaría.
¡Oh, oh!, confieso que pensé. Nada más alejado de la verdad. Nadie quiere casarse con un vestido usado y que la verdad, no iba para nada con la moda actual pero tampoco, nadie quiere romper las ilusiones de una madre tan sensible y romántica como la que tuve.
Entonces, la abrió y sacó su viejo vestido del enorme e incomodo baúl, que durante años ocupó un gran espacio dentro de su habitación, solo para darse cuenta de que la tela estaba manchada por el paso del tiempo y la bendita humedad que llegó al interior de la caja del tesoro, no solo había corroído el metal sino que había logrado que todo lo que estaba ahí dentro se manchara de oxido. Al sacar el vestido, de solo tocarlo, la tela se rompía.
Afortunadamente, esto salvó a mi hermana de dos escenarios injustos que no había pedido vivir: el primero era usar aquél vestido que nada tenía que ver con las nuevas tendencias de la moda y el segundo, romper el romántico deseo de mi mamá de ver a una de sus hijas desfilar divinamente con una prenda de al menos, 20 años de antigüedad.
Mi madre, por supuesto, no solo guardó su vestido de novia sino muchísimas otras cosas, incluyendo las muñecas Barbie que tenía desde su infancia, con una enorme lata de galletas que servían como closet de todos los vestidos que por años acumuló para ellas.
Pero esto era lo menos, la verdad es que mi madre, y también mi padre, tenían una tendencia acumulativa que hacía que todo sirviera «para después», así que en mi casa había cualquier cantidad de cajones, cajas y muebles con gavetas llenos de innumerables cosas que no creo que ninguno de los dos supieran que existía, al menos, conscientemente.
Una vez que fuimos creciendo y haciendo vida independiente, cada uno de sus hijos, inversamente a lo que se pudiera pensar, es fanático del orden.
Además, cuando ellos murieron, casi todas las cosas que acumulaban fueron vendidas, regaladas o botadas en el caso de las que no servían, que eran muchísimas. Debo decir que encontré un universo de cosas que no sabía ni que existían en esa casa en la que viví buena parte de mi vida.
Y ese es el mensaje más importante: No te condenes a vivir entre chécheres porque cuando mueras, que algún día va a pasar, nada de eso importará ni te llevarás.
Aunque es inevitable solo no acumular cosas, es importante que sepas que dentro de ese caos, puede existir un orden que te pueda permitir tener una mejor salud emocional, por lo que lo ideal es tratar de ordenar los objetos de forma objetiva y además, jerarquizar el uso y valor de las cosas para saber si tiene sentido o no, conservarlas.
Es muy importante que sepas que el valor sentimental es algo que te ata a los objetos, no a las personas o a las épocas, así que antes de comprar uno, piensa en el uso inmediato que le darás pues será inútil gastar tu dinero si piensas usar esas cosas, en situaciones que tal vez no ocurran nunca.
Deshazte de todo lo inútil: Cosas y emociones y abre camino a todo lo nuevo y armonizado que resulta el vivir con lo mínimo posible y en contacto absoluto con las energías positivas que mueven al mundo.
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