Celos: ¿Se Puede Convivir con la Inseguridad de tu pareja?

Cada vez que sé del caso de una persona celosa, la verdad es que digo que me da calor. Especialmente, porque he vivido varios episodios que me han dejado sin ganas de más y también, porque una que otra vez también los experimenté.

Para mí, los celos son una gota que poco a poco y de manera constante, va deteriorando una relación no solo desde el punto de vista de pareja sino que además, es capaz de causar grandes conflictos en el entorno que son completamente innecesarios.

Pero, además, todos sabemos al menos un caso de una relación que salió mal y terminó peor o de ese otro caso que cuando nos toca de cerca, preferimos disimular o callar porque causa vergüenza.

Hoy estaré hablando de ese pequeño monstruo que si no se detiene a tiempo, es capaz de estallar como una bomba nuclear y acabar con todo lo que esté a su alrededor, sin mencionar la manera en la que mina la autoestima de las personas que son blancos de un ser cegado por los celos. ¡Comenzamos!

¿Por qué le miras?

Sara era una muchacha absolutamente hermosa que conocí hace mucho tiempo. Era una chica alta, delgada, de piel blanca y hermosos ojos color miel. Sus rasgos faciales son perfectos y lucen en armonía con su figura, pero además, con la alegría que desbordaba en ella cuando la conocí.

Su porte de modelo de revista, además de la elegancia con la que caminaba y su personalidad chispeante y enérgica, le abrió muchas puertas en su juventud. De hecho, llegó a posar para varios lentes destacados y a engalanar la portada de algunas revistas de belleza.

La verdad es que su origen era bastante humilde pero trabajando de un sitio a otro, lograba pagar sus estudios. Siempre había algo qué hacer con ella.

Me sorprendí un poco cuando me presentó a su novio porque físicamente hablando, eran agua y aceite. Él era mucho más bajo de tamaño que ella, pero, además, sufría de una obesidad mórbida tan avanzada que solo lograba caminar distancias cortas y la mayoría de las veces que lo ví, permanecía en su camioneta.

Algunos compañeros decían que Sara estaba con su novio por interés, pues ella podía encontrar un mejor partido, físicamente hablando, que ese, pero, además, ellos aseguraban que él le daba muy buenos regalos a ella y que pagaba algunas de sus cuentas como la de hospedaje, ropa y maquillaje, que debido a su día a día y sus rutinas, no eran pocas.

Si eso era verdad o no, yo no iba a preguntarle a Sara pues no era asunto mío y ella sabía lo que hacía con su vida, así que aunque no creí ninguna versión, tampoco averigüé si eran ciertas. Solo dejé fluir la situación porque no era de mi incumbencia.

Hasta un día que el haber asistido a la función del cine en un centro comercial muy popular cercano a mi casa me hizo estar en el lugar y momento precisos para entender la fealdad de la vida que llevaba Sara.

Al parecer, estaba en la peluquería a dónde su novio la había llevado pues debía ir a una sesión de fotos. Como siempre, su novio permaneció en el auto muy cerca de una de las salidas del Salón de Belleza.

Mientras atendían a Sara, ella vio cómo una chica se acercó a la camioneta y le advirtió al estilista lo que estaba ocurriendo. Como ellos la conocían, trataron de calmarla, pero no pudieron con ella, quien como una fiera salió al estacionamiento e hizo que aquella mujer que se había acercado a su novio se arrepintiera.

A decir verdad, el espectáculo fue bochornoso, dantesco, horrible y Sara parecía una enferma mental dando gritos y golpeando a esa mujer hasta dejarla semi desnuda.

Lo peor, aparte de la pobre chica a quien tuvieron que quitarle a la fuerza a Sara, fueron los comentarios de las personas en los que cuestionaban su cordura y denigraban a su novio por su aspecto.

Me ubiqué muy cerca de dónde estaba Sara quien aunque me miró, no sé si logró reconocerme en medio de la furia que salía de sus ojos, y desde ahí continué siendo testigo de lo mal que estaba el concepto que yo tenía de ella.

No era una persona humilde. Hasta este punto ni siquiera podía decir que era una mujer estable emocionalmente.

Días después, nos encontramos por casualidad y hablamos. Me confesó una de las únicas cosas en las que hemos coincidido: Estaba enferma de celos, pero, además, su novio, estaba orgulloso de eso así que, entre ambos, tenían un macabro juego en el que definitivamente entendí que se necesitaban el uno al otro, pero también, necesitaban ayuda psiquiátrica.

No es nada romántico

A ver, yo la verdad no entiendo por qué algunos se han encargado de hacer ver que alguien que te cela es alguien que te quiere y que te cuida y que te venera y etcétera, etcétera, etcétera.

De ningún modo es así, así que sácate eso de la cabeza. Lo peor que puede sufrir una persona es sentir celos de su pareja y en especial, cuando esa pareja tiene que lidiar con ataques públicos y privados de inseguridad para los que no estará nunca preparado un ser humano mentalmente sano.

Esa inseguridad que demuestran los celosos no solo acaba con la confianza de la relación, sino que, además, pone en duda la lealtad, la integridad e incluso, la privacidad de quienes están viviendo la relación desde el otro lado.

Voy a contar muy brevemente el caso de una relación que tuve y de la que salí huyendo como un cohete luego de vivir varios episodios de celos y desconfianza que, por nada del mundo, quería tener en mi vida.

Resulta que estuve saliendo con alguien que al principio se mostró como una persona muy segura, centrada y especialmente, muy caballero. Se me hizo fácil, por andar siempre pendiente de mil asuntos a la vez, dejar que entrara en mis días de distintas maneras.

Tal fue el nivel de confianza que no le ví problema al hecho de que tuviera mi clave bancaria, acceso a mi computadora y como a diario conversábamos, prácticamente mi día a día casi en directo.

Vivíamos en ciudades distantes así que el tema de las conversaciones telefónicas se fue haciendo muy constante, pero, en esos días conseguí un nuevo trabajo y ya no podía pasar horas hablando con él.

Sin embargo, a pesar de explicarle muchas veces que estaba ocupada trabajando, él llamaba, escribía y, de hecho, comenzó a entrar a mi computadora de manera remota creo que a verificar si efectivamente yo estaba escribiendo como le decía y no, evitándolo como probablemente, él pensaba.

Una de las peores escenas vino propiciada por mi amistad con un señor, mucho mayor que yo, al que le tenía y le sigo teniendo mucho cariño.

Esta persona le tenía bastante recelo hasta el punto de llamarlo viejo, gordo y enfermo, situación que para mí fue insoportable, especialmente porque él sabía el cariño que le tenía y ni siquiera lo conocía en persona para emitir un juicio así de mi amigo.

Luego, en una visita de éste a mi casa, mi ex, que también estaba de visita, no encontró nada mejor que hacer que cerrarle la puerta en la cara sabiendo que él entraría detrás de mí. Todo fue bastante rápido y molesto, pero, además, sentí vergüenza con mi amigo.

Él tomo una actitud que probablemente ya había estado teniendo, pero de la que no me di cuenta hasta pasados varios episodios. Estaba siempre como al acecho, preguntaba varias veces las mismas cosas que yo le decía, lo que me hacía sentir en una especie de interrogatorio pasivo que no, definitivamente no estaba dispuesta a soportar y que me producía un malestar tremendo.

Tanto desconfiaba de mí, sin motivos, que un día, mientras dormía, sentí como tomaba mi mano y mi dedo para desbloquear mi teléfono. Cuando abrí los ojos, le pregunté qué hacía y me respondió, pensando que le creería, que se había sentado a mirarme porque estaba encantado mirando lo tierna que me veía durmiendo. Obviamente, no le creí y empezó a darme miedo.

Finalmente, esa relación terminó porque me negué a seguir dándole oportunidad en mi vida, sabiendo además que no había hecho nada para conseguir esas actitudes que me sobrepasaban y con las que no estaba dispuesta a convivir.

Muchas veces hablé con él. De hecho, nunca entendí por qué se empeñó en ver fantasmas hasta llegar al punto de acosarme, vigilarme y hacerme sentir incómoda con comentarios en los que pretendía evaluar y enfrentar historias que yo misma le había contado.

Obviamente, esta situación no solo fue una fatiga tremenda, sino que me generó bastante tristeza porque no hice nada, nada en lo absoluto para que este hombre iniciara sus comportamientos obsesivos y de celos.

Había pasado poco tiempo con él, pero fue suficiente para entender lo que no quería en mi vida. Fue suficiente para decirle adiós a una tragicomedia que no quería vivir y que se centraba más en lo que no había sucedido, que en lo que en realidad habíamos vivido como pareja. Así que no quise saber más de él ni de sus inseguridades.

Los Fantasmas de un Celoso

Las personas celosas además de inseguridades, como ya lo dije antes, tienen fantasmas que recrean como historias en su cabeza. De hecho, estoy casi convencida de que los celos vienen acompañados de enormes cargas de miedo, manipulación e incluso, de cambios de carácter con los que muchos no queremos lidiar.

En una época de mi vida sufrí de celos, pero éstos, a diferencia de lo que viví años después desde otra perspectiva, no solo tenían fundamentos, sino que marcaron una etapa de mi vida que fue un infierno.

Sin embargo, como sé y experimenté lo que se vive al sentirlos, puedo hablar de ellos y decir que son un muy triste episodio en la vida de las personas, que no solo les mina su autoestima, sino que, además, termina recreando historias que nunca sucedieron en la mente de los inseguros.

En mi caso, siempre tuve la razón, pero no fue sino hasta comprobarlo por mí misma, que pude vaciarme de esa carga emocional que vivía y creo que pocas veces en mi vida, me he alegrado tanto de atinar una situación, aunque esa razón me causara una enorme tristeza.

Los celosos ven miradas donde no las hay, imaginan situaciones que no están pasando y si encima, son impulsivos y violentos, la mezcla termina siempre en desastre.

Cuando pierdes la razón, cuando te dejas guiar por lo que no has visto ni comprobado, generalmente, terminarás espantando a tus relaciones porque nadie quiere estar al lado de una persona que es una especie de bombona de gas a punto de explotar.

Recuerdo a una amiga que le hacía shows y espectáculos deprimentes a su novio porque éste luego de dejarla en su casa, salía con su grupo de amigos y con otras mujeres.

Ella decía que él no iba a jugar con ella, pero terminó casada con quien,, por años, le fue infiel mientras ella dejaba de tratar a cuánta mujer le dirigía la palabra a su Romeo.

Lo peor del caso, es que el tipo era patético y ella, quien la verdad es que era una verdadera muñeca, físicamente hablando, le daba a su actitud arrogante esa cuota que a él le faltaba para sentirse una gran cosa cuando la verdad, es que era un ser lleno de temores, miedos y violencia.

He conocido muchos casos e historias de celopatías que han llegado a niveles no solo de violencia sino de muerte, pues como ya lo he dicho antes, el celoso no solo recrea historias en su cabeza sino que además, se asegura de que son ciertas.

Tuve una muy buena amiga a quien su esposo celaba de su propio hermano. Ella me contó que incluso, se quedó sin amigas por el hecho de que todo lo que hacían o decían éstas, a su pareja le parecía una ofensa.

Por largos años dejó de ver a su familia y amigos. No podía salir a ninguna parte a menos que él la acompañara y tampoco podía saludar a nadie si él no le hacía un gesto para que así fuera.

Cuando le dije que era una especie de rehén, me confirmó que era así como se sentía y años después, cuando él la dejó por otra, aún no le permitía llevar una vida normal. Lamenté saber ese infierno que vivió pero además, supe que lo primero que le quitó él no fue la libertad sino su autoestima.

Ella me aseguró que lo dejaba hacer esas cosas para que él no se molestara, para que no entrara en crisis y además, como una manera extremista para hacerle entender que no tenía razones para desconfiar de ella, pero, lo que empezó con una pequeña concesión, terminó con su libertad, amor propio y voluntad.

¿Se puede convivir con un celoso?

Siempre digo que cada caso es personal y único y hay muchísimas personas conviviendo con personas celosas. Claro está, cada quien vive la procesión que se permite, pero, si has llegado hasta este artículo motivado por la experiencia que estás viviendo y que no te apetece seguir, solo puedo decirte que te analices y te preguntes si estás viviendo lo que quieres vivir.

Por supuesto que hay distintos niveles de celos, como en todo, y hay algunos que pasan por insignificantes pero, al escribir este artículo quise enfocarme en los que sí representan un peligro no solo para tu vida sino para la de tu familia y entorno.

Yo, en lo personal, no recomiendo a nadie continuar en una relación dirigida y marcada por los celos pues en mi experiencia y como testigo, no solo he observado lo difícil de lidiar con este tema, sino lo peligroso y explosivo que se vuelve.

Y ojo, no quiero que se vea al celoso solo como una persona violenta y que siempre explota ante la mínima inseguridad, sino también como aquél que es pasivo, que decide espiarte, que vigila tus pasos, que te acosa todo el tiempo y que cuando le expresas que te sientes invadida, pretende hacerte sentir culpable de pedir espacio.

Entiende que una relación de pareja no es un asunto por el que debas perder tu individualidad. Cada quien debe tener sus espacios y no debes sentirte «traicionado» porque tu pareja prefirió pasar un día con sus amigos, familia o en soledad.

El término de exclusividad le hace daño a la relación cuando se entiende que ella significa pasar la mayor cantidad de tiempo juntos o vivir como si se tratase de gemelos en cada evento importante de la vida.

Por el contrario, ese tipo de relaciones no son sanas y yo, en lo particular, soy enemiga de hacer a un lado a la familia y amigos por le hecho de comenzar una relación.

Si bien es cierto que cada uno vive el amor con una intensidad distinta y que los primeros meses de relación son idílicos, también es cierto que es en ese primer tiempo en el que se marcan comportamientos de los que hay que estar atentos pues, como reza el refrán, «El que va a salir, se asoma».


Si estás conviviendo con el fantasma de los celos, es mejor que te dediques un tiempo a ti mismo y te preguntes la razón por la que prefieres vivir un infierno antes que una relación sana.

Muchas veces, los comportamientos de ese tipo vienen reforzados desde la niñez, aunque entiendo que otros son perfectamente justificados.

Sin embargo, nadie es merecedor de vivir una situación de este tipo porque, reitero, no solo acaba con la tranquilidad, la paz y la autoestima, sino con la posibilidad de vivir una relación armoniosa en la que la confianza sea la base.

Tanto el celoso como su pareja, sufren terriblemente. Uno por lo que se imagina y otro, por los niveles de acoso, violencia e intranquilidad con los que debe lidiar sin haber hecho nada para que así fuera.

En este artículo hablé un poco más sobre los casos de celos masculinos, pero, vaya que las mujeres llevan una gran ventaja sobre sus parejas en este tema, pues incluso cuando no tienen la razón, se les justifica por su sexo, lo que la verdad es que condeno pues cada ser humano tiene el derecho de tratar a quien quiera sin temor de que esto cause una explosión en su pareja.

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2 thoughts on “Celos: ¿Se Puede Convivir con la Inseguridad de tu pareja?”

  1. Hace algunos años tuve una pareja que me mostró todo lo que yo no quería en mi vida y salí corriendo de él. Hace algunos meses enteré que había golpeado salvajemente a su pareja por celos y ella lo había denunciado.. Es triste cuando no hay confianza y se anda en una constante vigilancia. Pienso que es mejor terminar la relación cuando eso se pierde.

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